Venezuela contra Holanda
En Venezuela podremos tener escasez de medicinas o de repuestos para carro (coche), entre miles de otros productos que se extinguieron por completo de los anaqueles, pero aquí en este país nadie nos obliga a simular que tragamos las pastillas del tratamiento médico haciendo el sonido del glup, glup; o el sonido del run, run para imitar el arranque del carro (coche) que tenemos parado desde hace más de dos meses en el estacionamiento esperando que se consiga la batería.
En Venezuela podremos tener escasez de medicinas o de repuestos para carro (coche), entre miles de otros productos que se extinguieron por completo de los anaqueles, pero aquí en este país nadie nos obliga a simular que tragamos las pastillas del tratamiento médico haciendo el sonido del glup, glup; o el sonido del run, run para imitar el arranque del carro (coche) que tenemos parado desde hace más de dos meses en el estacionamiento esperando que se consiga la batería.
Esta semana se conoció para asombro de todos que en Holanda, la quinta economía de Europa según la Red de Liderazgo Europea, se acabaron las balas para los entrenamientos militares y los soldados del ejército son obligados a gritar “bang, bang cuando asisten a los simulacros.
Según informaron funcionarios del Ministerio de Defensa el problema se originó debido al “alto consumo” de municiones y a la “demora de entregas a largo plazo”.
Siendo venezolana enseguida establecí comparaciones y pensé que quizás me he estado quejando mucho últimamente de los retos que la revolución nos ha impuesto.
Primero, porque nosotros no te tenemos ese inconveniente con las balas. Para la revolución un ataque imperialista siempre es probable y Rusia y China siempre están allí “solidarios” como nuestros grandes proveedores de juguetes bélicos. Pero es que además en Venezuela cualquiera tiene un arma y, en consecuencia, las balas son practicamente de uso libre. Así que esa onomatopeya de los disparos que en Holanda se dice “bang, bang”, para nosotros se traduce en un “plo, plo” pero que nunca es a juro. Aquí en esta tierra al que se le escucha el “plo, plo” seguro le está contando a otro sobre su “jornada laboral” de la madrugada o sobre su desgracia, según sea el caso.
En Venezuela podremos tener escasez de medicinas o de repuestos para carro (coche), entre miles de otros productos que se extinguieron por completo de los anaqueles, pero aquí en este país nadie nos obliga a “simular” que tragamos las pastillas del tratamiento médico haciendo el sonido del “glup, glup”; o el sonido del “run, run” para imitar el arranque del carro (coche) que tenemos parado desde hace más de dos meses en el estacionamiento esperando que se consiga la batería.
En Venezuela a lo único que nos obligan todos los días es a hacer interminables colas, a guardarnos en las casas después de las 6 de la tarde y a pagar unos impuestos que no se traducen en mejoras. También las leyes nos obligan a otras cosas pero a eso no le paramos pelotas; pero ¿a gritar “bang, bang”? No vale, eso sólo se lo calan los holandeses.