Del huevo deshervido a la lágrima desllorada
En el artículo de Bruzek se desliza, al pasar, que la encima lisozima está también presente en las lágrimas. Este detalle me conmovió. ¿Será la ciencia también capaz de producir una máquina, una técnica que no solo enjuague las lágrimas sino que las vuelva a su origen, como si nunca hubieran salido del lagrimal? ¿Se puede volver atrás, como si el llanto no hubiera ocurrido? ¿Y más atrás, para borrar retroactivamente aquello que nos hizo llorar?
En el artículo de Bruzek se desliza, al pasar, que la encima lisozima está también presente en las lágrimas. Este detalle me conmovió. ¿Será la ciencia también capaz de producir una máquina, una técnica que no solo enjuague las lágrimas sino que las vuelva a su origen, como si nunca hubieran salido del lagrimal? ¿Se puede volver atrás, como si el llanto no hubiera ocurrido? ¿Y más atrás, para borrar retroactivamente aquello que nos hizo llorar?
Suena a magia, pero es ciencia: ya se puede “deshervir” un huevo: la clara, de blanca y sólida, puede volver a ser líquida, viscosa, traslúcida. Como si no hubiera sido hervido.
¿Se acuerdan de la hazaña de Colón, de poner un huevo de pie? ¿Recuerdan el debate eterno de si primero fue el huevo o la gallina? Todo eso quedó en los empolvados anaqueles de la historia. La ciencia, el proveedor de maravillas de este siglo, logró superar a Colón y a los debates sobre el origen: científicos de la Universidad de California Irvine lograron que un huevo cocido vuelva atrás a su estado de crudo.
En la revista científica “ChemBioChem”, el doctor Gregory Weiss y su equipo publicaron el descubrimiento, que según la web de la universidad será útil para reducir los costos del tratamiento del cáncer, en la producción de comida y en el tratamiento de residuos. Muchos procesos químicos que llevaban semanas ahora se podrán producir en minutos. El Dr. Weiss calcula que el ahorro será de unos 160.000 millones de dólares.
La periodista científica Alison Bruzek, de la radio pública estadounidense NPR, lo explica con claridad y sentido del humor, (llama a Weiss y su equipo ‘eggsperts’). “Cuando un huevo se hierve, las proteínas que se encuentran armadas como un complejo origami en precisas piecitas de 3D se empiezan a desarmar. ‘Se pegan unas a otras y se enredan como una línea de pescar hecha un nudo’, dice el Dr. Weiss. Cuando se centrifuga la clara alta velocidad, con una encima del huevo llamado lisozima y agregándole urea, el equipo de la Universidad de California descubrió que las proteínas volvían a su forma original”.
En el artículo de Bruzek se desliza, al pasar, que la encima lisozima está también presente en las lágrimas. Este detalle me conmovió. ¿Será la ciencia también capaz de producir una máquina, una técnica que no solo enjuague las lágrimas sino que las vuelva a su origen, como si nunca hubieran salido del lagrimal? ¿Se puede volver atrás, como si el llanto no hubiera ocurrido? ¿Y más atrás, para borrar retroactivamente aquello que nos hizo llorar?
De ‘deshervir’ el huevo a ‘desllorar’ las lágrimas, ese puede ser el maravilloso y aterrador invento del siglo. Tal vez el día que a la industria farmacéutica, y la agroalimentaria, y la biomédica le resulten miles de millones de dólares de ganancia, aboliremos las lágrimas.
Pero me temo que eso nunca sucederá. Habrá que seguir enjugándoselas con la manga sucia de la camisa, y seguir adelante, como antes, como siempre.