Que Viva España
Lo español sigue de moda, pese a quien pese, dentro en todas y cada una de las comunidades autónomas, bien a través de las tradiciones vascas y catalanas bien a través de las castellanas y andaluzas, del Reino de España y fuera de España.
Lo español sigue de moda, pese a quien pese, dentro en todas y cada una de las comunidades autónomas, bien a través de las tradiciones vascas y catalanas bien a través de las castellanas y andaluzas, del Reino de España y fuera de España.
Al contemplar la foto que acompaña, y de la que surgen, estas líneas e interrogarme sobre qué se puede decir o escribir al respecto, el sentimiento – que siempre antecede a la razón – dicta un “Que viva España”. Pero si a este lo sometemos a la razón observaremos, no sin cierta alegría y entusiasmo – no compartida por los nacionalistas y sus socios, amigos de lo anti-español y anti-europeos – que el sentimiento responde a motivos razonados y racionales.
Lejos de ser un This is Spain al estilo del This is Sparta que pone Frank Miller – Zack Snyder o algún lúcido guionista entregado a la épica – en boca de Leónidas y sus trescientos hombres, el “Que viva España” no es ni más ni menos que un reconocimiento a la unidad, la pluralidad y la libertad que simboliza lo español. ¿Qué celebra la feria de Málaga? Celebra la incorporación de Málaga a la Corona de Castilla a través de unas fiestas populares (del pueblo). Ni más ni menos. La feria aplaude la unidad, la pluralidad – ¿o me van a decir que los toros, el flamenco y la copla son uno y lo mismo, o que al que le gustan los toros, le gusta lo segundo y lo tercero? – y, cómo no, la libertad innata que requiere toda sociedad que aspire a ser abierta, plural y tolerante.
De ahí que a los amigos de lo anti-español y a los nacionalistas se los lleven los demonios. Pues a qué puede responder si no el griterío de tildar de asesinos a quienes les gustan los toros, cuando no de desearles la muerte, si no es a la rabia o frustración ante la fuerza cultural – ¿hegemónica? – de lo español. Lo español sigue de moda, pese a quien pese, dentro – en todas y cada una de las comunidades autónomas, bien a través de las tradiciones vascas y catalanas bien a través de las castellanas y andaluzas, del Reino de España – y fuera de España.