Sonrisas terapéuticas

El personal médico y de enfermería de las unidades de oncología infantil me han narrado sus experiencias con estos pacientes que tratan de sobrevivir a sus enfermedades.

Por motivos profesionales llevo varios años en contacto con el sector hospitalario, hecho que me ha permitido conocer, de primera mano, múltiples realidades que cada día se suceden en los hospitales de España y en otros países de nuestro entorno.

El personal médico y de enfermería de las unidades de oncología infantil me han narrado sus experiencias con estos pacientes que tratan de sobrevivir a sus enfermedades. También sus propios familiares me han explicado sus dramas y calvarios particulares, siempre sacando fuerzas de flaqueza y un admirable coraje.

En esos momentos es cuando vuelves a darte cuenta de las cosas verdaderamente importantes de la vida, relativizando las propias preocupaciones y dejando atrás lo superfluo y accesorio.

Cuando ves a un niño hospitalizado aferrándose a la vida para superar la maldita enfermedad del cáncer comprendes muchas cosas que, a simple vista, pasan desapercibidas. A través de sus eternas y agradecidas sonrisas se comprueba la fortaleza y capacidad de superación que tiene cualquiera de esos niños, pese a su maltrecho estado de salud.

Además de los propios familiares, dentro de la cadena humana que protege y ayuda a los más pequeños a vencer su batalla contra el cáncer, también hay un lugar destacado para los generosos voluntarios que dedican parte de su tiempo a este fin.

Una reciente ley obliga a los hospitales en Argentina a tener entre su personal contratado a especialistas en el arte de clown o payasos hospitalarios para “humanizar” el tratamiento de los niños enfermos.

En España hace tiempo que se lleva a cabo dicho trabajo de manera voluntaria. Casos como el hospital universitario Niño Jesús o el hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, son sólo dos ejemplos de ello. De esta manera los niños con cáncer reciben las visitas de estos voluntarios, expertos en dibujar sonrisas y esperanzas en los rostros que más lo necesitan.

En este caso, además de aplaudir la acertada ley argentina, es buen momento para reconocer la gran labor de todas las personas que se esfuerzan por sacar la sonrisa de los niños enfermos.