THE OBJECTIVE
Iker Izquierdo

El dadaísta involuntario

Una serie de desgracias han jalonado las principales noticias del país: accidentes aéreos, explosiones de gas, incendios en fiestas juveniles y los recientes destrozos del tifón Soudelor. A esto habrá que unir el escarnio internacional por este dadaísta involuntario que quiso acercarse demasiado al cuadro y acabó tropezando y haciendo un destrozo al mismo.

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Una serie de desgracias han jalonado las principales noticias del país: accidentes aéreos, explosiones de gas, incendios en fiestas juveniles y los recientes destrozos del tifón Soudelor. A esto habrá que unir el escarnio internacional por este dadaísta involuntario que quiso acercarse demasiado al cuadro y acabó tropezando y haciendo un destrozo al mismo.

Un niño taiwanés de 12 años le ha hecho un agujero a un cuadro de millón y medio de dólares. El cuadro en cuestión tenía 350 años, unas florecillas pintadas por Paolo Porpora, nombre que ningún bachiller sabrá ni de oídas.

Taiwán tiene un poco la negra en los últimos dos años. Una serie de desgracias han jalonado las principales noticias del país: accidentes aéreos, explosiones de gas, incendios en fiestas juveniles y los recientes destrozos del tifón Soudelor. A esto habrá que unir el escarnio internacional por este dadaísta involuntario que quiso acercarse demasiado al cuadro y acabó tropezando y haciendo un destrozo al mismo.

Es una pena que en vez de un desconocido cuadro del s.XVII, el niño taiwanés, que entró bebiendo un vaso de té con leche, no fuese una basurilla de esas de las que nos venden ahora como arte. Cuánto hubiese disfrutado viendo a Mr. Bean destrozando los cuadros de Tápies o dando una patada involuntaria a actores de performances. Aunque claro, quién dice que el destrozo de un cuadro de Tápies se distinguiría del original, o que la patada no pudiese formar parte de la performance.

Como por efecto de la gilipollización del arte ya no podemos distinguir un cubo y una fregona de una escultura que viene a representar no sé qué memeces de la alienación moderna, el pobre niño debería pasar por ser un agente más del mundo del arte que viene a aportar, por caprichos del azar, su granito de arena al arte moderno. ¿Quién es el capullo que se atrevería a negarle a este niño “un riquísimo mundo interior” o “una fuerza cósmica con subtexto infantil”? Al fin y al cabo, Desmond Morris engañó a un montón de críticos con los lienzos de su chimpancé. Todas las barreras han sido traspasadas. 

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