La fuerza de la fragilidad
Fragilidad no es sinónimo de inferioridad, tampoco de debilidad. Llevo días viendo fotos de los miles de refugiados que están llegando a Europa huyendo de la guerra. En todas ellas aparecen gente joven, adultos, pero también ancianos, mujeres y niños, incluso bebés. Y solo pienso en sus vidas rotas, ese haberlo perdido todo, no tener futuro en ninguna parte.
Fragilidad no es sinónimo de inferioridad, tampoco de debilidad. Llevo días viendo fotos de los miles de refugiados que están llegando a Europa huyendo de la guerra. En todas ellas aparecen gente joven, adultos, pero también ancianos, mujeres y niños, incluso bebés. Y solo pienso en sus vidas rotas, ese haberlo perdido todo, no tener futuro en ninguna parte.
Fragilidad no es sinónimo de inferioridad, tampoco de debilidad. Llevo días viendo fotos de los miles de refugiados que están llegando a Europa huyendo de la guerra. En todas ellas aparecen gente joven, adultos, pero también ancianos, mujeres y niños, incluso bebés. Y solo pienso en sus vidas rotas, ese haberlo perdido todo, no tener futuro en ninguna parte. Pero de repente mirando su dolor me doy cuenta de esa otra parte de su realidad que me despierta admiración.
Hace falta ser muy fuertes para recorrer tantos kilómetros sin casi nada y sin poder volver atrás. Se necesita una esperanza y un sueño enormes que te mantengan vivo después de los horrores que habrán visto y pasado. Vencer el miedo no es de endebles. Llorar no es de débiles. Asumir las limitaciones no es de inseguros. Son frágiles, sí. Son niños, son mujeres, son ancianos, pero son valientes, son fuertes, son resistentes. La vida gana en ellos cada día.
Creo que tendremos mucho que aprender de ellos. Intuyo que Europa los necesita. Quizás sean los que nos hagan despertar a la sensibilidad, a los sueños, a la ilusión. Quién sabe si el niño que ahora duerme, después de superar con su osito todas las fronteras, mañana sea ese maestro que eduque a los hijos de nuestros hijos. Ojalá. Si la guerra le ha enseñado lo que es la paz, si el dolor le ha inoculado la ternura, si las lágrimas le han regalado humanidad, si nuestra indiferencia le ha afianzado la esperanza. Si ha descubierto que la fuerza está en la fragilidad.
Porque realmente “El amor más fuerte es aquel que puede mostrar su fragilidad” (Paulo Coelho).