La inocencia pervertida
Resulta aterradora esta incipiente oleada de jóvenes en nuestro mundo que matan como adultos; que abusan, maltratan y coaccionan a otros bajo la tibia condena de la minoría de edad, que termina derivando en pura y dura impunidad.
Resulta aterradora esta incipiente oleada de jóvenes en nuestro mundo que matan como adultos; que abusan, maltratan y coaccionan a otros bajo la tibia condena de la minoría de edad, que termina derivando en pura y dura impunidad.
Es la mirada de un depravado. 17 años. No es desafiante, ni provocadora. Todo lo contrario. Pero hay infinidad de miradas como éstas que engañan. Cándidos ojos azules, piel imberbe, aspecto pueril. Una máscara. Es la viva imagen de “los años adolescentes”. O de lo que deberían ser. Pero no lo son.
Bajo ese antifaz se esconde una mente demasiado perversa, degenerada. Quizá sin retorno. Que no se corresponde en absoluto con su edad. Ni tendría que corresponderse con ninguna. Pero las mentes perturbadas no entienden de calendarios. Como la de este crío. Un auténtico monstruo.
La víctima, una niña de 9 años. A la que violaba repetidamente desde los 3. Una inocencia perdida. Una infancia destruida. Traumatizada de por vida. Marcada por la maldad. Heridas imposibles de cicatrizar.
Este joven ha sido acusado como “adulto” en Estados Unidos por violar a “su amiga” durante 6 años. Como debe ser. Aquí, allí y en todas partes.
Resulta aterradora esta incipiente oleada de jóvenes en nuestro mundo que matan como adultos; que abusan, maltratan y coaccionan a otros bajo la tibia condena de la minoría de edad, que termina derivando en pura y dura impunidad. Mínimas represiones del Estado de derecho incomparables con el carácter abominable de unos actos sólo al alcance de mentes trastornadas. Una fatal asimetría.
En la democracia más vieja las medidas tienden a ser ejemplarizantes, aunque como en este caso no haya aún juicio ni sentencia. Por eso urge revisar y reformar en nuestro país la Ley del Menor, bajo la cual apenas se castigan atroces fechorías y abusos de toda índole. Comportamientos despreciables. Ahora sólo queda que la justicia también los repudie aquí. Y no deje a precoces criminales campar a sus anchas. Como debe ser, o como debería.