¿De quién son los hijos?
Me maravilla lo mucho que ha avanzado nuestra sociedad en las última décadas y no me refiero al hecho de que, por fin, el Barça haya ganado alguna copa de Europa. Me refiero a que ahora la mujer puede trabajar… siempre y cuando no sea madre. Mujer, ¿quieres sentirte como un cómico actuando en un gran teatro?
Me maravilla lo mucho que ha avanzado nuestra sociedad en las última décadas y no me refiero al hecho de que, por fin, el Barça haya ganado alguna copa de Europa. Me refiero a que ahora la mujer puede trabajar… siempre y cuando no sea madre. Mujer, ¿quieres sentirte como un cómico actuando en un gran teatro?
Me maravilla lo mucho que ha avanzado nuestra sociedad en las última décadas y no me refiero al hecho de que, por fin, el Barça haya ganado alguna copa de Europa. Me refiero a que ahora la mujer puede trabajar… siempre y cuando no sea madre. Mujer, ¿quieres sentirte como un cómico actuando en un gran teatro? Dile a tu marido en la próxima comida familiar, delante de todos, que se pida unas horas libres para llevar al niño al médico. O mejor aún: que pida reducción de jornada por cuidado de hijos ya que tú quieres prosperar en tu vida laboral. ¡La de risas que despertarás entre tus familiares! Ya estás más que preparada para El club de la comedia aunque no seas una actriz de método. [Actor/actriz de método: dícese, en España, de esos actores consagrados en cuerpo y alma a la actuación. Sobre todo en cuerpo. La mayoría tiene un familiar conocido en la industria televisiva, pero es sólo fruto de la casualidad. O no. La actuación se lleva en los genes, como la Corea de Huntington: si tu padre o madre la tiene, es muy probable que tú también.]
Y la culpa de que esto ocurra es nuestra, de las madres. De todas esas madres que, en vez de echar a volar y compartir el cuidado de los hijos con nuestra pareja, los acaparamos cual polluelos en el nido. De las madres que se creen mejores porque han sacrificado todo por sus retoños. Esas madres que años después, vengativas, te exigen que hagas lo mismo con sus nietos. Pero, sobre todo, la culpa de que esto ocurra es de las madres que, queriendo trabajar, exigen al empresario que haga más conciliación familiar y laboral, que les de más tiempo de baja maternal, que entiendan que son madres cuando, lo que de verdad funcionaría, es que exigiésemos que los hombres tengan exactamente la misma baja maternal que nosotras; que vayan al médico cuando su hijo esté enfermo; que les concilien el horario cuando sean padres. Con eso conseguiremos tres cosas muy importantes: que el cuidado de los hijos recaiga en ambos por igual, que la mujer tenga la misma posibilidad de prosperar laboralmente que el hombre y, por último, que cuando un empresario vaya a contratar a alguien le de igual si es hombre o mujer ya que, al tener los mismos derechos, faltará lo mismo al trabajo si procrea o adopta. Así que ya sabéis, mujeres, si queréis un empleo no pidáis derechos para las madres trabajadoras, pedidlos para los padres trabajadores. Sólo en esa igualdad con el hombre, podremos echar a volar sin que nos abatan.