No sólo matan las drogas
La prohibición del comercio de drogas tiene unos efectos perversos que se traducen en miles de muertes al año en los cinco continentes. El comercio ilegal de estupefacientes genera mafias.
La prohibición del comercio de drogas tiene unos efectos perversos que se traducen en miles de muertes al año en los cinco continentes. El comercio ilegal de estupefacientes genera mafias.
La imagen en sí es impactante, una viuda posa acompañada de sus hijos junto al cuerpo de su marido para lanzar un mensaje: “la heroína mata”. El mensaje pierde algo de fuerza por los rostros sonrientes de los niños, producto tal vez de la inocencia infantil, pero no deja de resultar estremecedor. Responde a un drama que afecta a millones de familias de todo el mundo, el letal efecto del consumo de drogas.
Lo que no nos cuenta esta imagen es otro aspecto de esa misma realidad. No sólo matan las drogas, también lo hace su prohibición. Resulta natural que quienes hayan perdido un familiar, y muchas otras personas, crean que la mejor manera de acabar con esa lacra es prohibir su tráfico y su consumo. Pero la experiencia demuestra que los efectos de la proscripción son todavía peores.
La prohibición del comercio de drogas tiene unos efectos perversos que se traducen en miles de muertes al año en los cinco continentes. El comercio ilegal de estupefacientes genera mafias. Estas no dudan en usar una violencia extrema para controlar tanto territorios para la producción como redes de distribución en todo el mundo. Y, como daño añadido, estas organizaciones terminan implicándose en otras actividades ilegales como la esclavitud sexual.
No sólo actúan mafias tradicionales. Las drogas se convierten en una importante fuente de ingresos para organizaciones terroristas como las FARC colombianas o los talibanes afganos. Al disparar su precio con la prohibición, estos grupos ven en ellas una eficaz forma de financiarse. Y eso se traduce en más muertes.
Otro efecto nocivo es que, al moverse sólo en mercados negros, la calidad del producto empeora. Las drogas se adulteran de manera que resultan todavía más nocivas para la salud, aumentando tanto la mortalidad como la capacidad de generar dependencia. Es otra manera en la que la prohibición mata.
Nada de lo anterior le es desconocido a unos gobernantes que gastan millones de euros, o dólares, cada año en la lucha policial (y hasta militar) contra el narcotráfico. La experiencia de la “Ley Seca” contra el alcohol en Estados Unidos, tan nociva que tuvo que ser retirada, no deja lugar a dudas. Hay que combatir las drogas, es cierto. Pero tiene que ser mediante concienciación y educación. Se debe explicar el daño que hacen a quienes las consumen, pero hay que respetar que quien quiera drogarse lo haga asumiendo las consecuencias.
Las drogas matan, pero su prohibición resulta todavía más letal.