Los drones: Regulación y seguridad
Mi opinión es que, pese a los riesgos, no se debería renunciar a la futura utilización de estos aparatos. Antes al contrario, cabría explorar y explotar al máximo todas las posibilidades que brindan a sectores tan importantes como el de la salud, misiones de paz, prevención de incendios, salvamento en casos de catástrofes naturales, etc.
Mi opinión es que, pese a los riesgos, no se debería renunciar a la futura utilización de estos aparatos. Antes al contrario, cabría explorar y explotar al máximo todas las posibilidades que brindan a sectores tan importantes como el de la salud, misiones de paz, prevención de incendios, salvamento en casos de catástrofes naturales, etc.
Los drones están de moda y su utilización en auge. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, apenas se conocía algo sobre estos aparatos, ni siquiera la Real Academia Española recogía el término dron. En su última edición, ya lo define como: “aeronave no tripulada”.
Esta no tan nueva tecnología de uso militar, trata ahora de adaptarse a y generalizarse al uso civil y comercial, abriendo un inmenso abanico de ventajas y oportunidades. La industria tecnológica es consciente de ello y espera facturar cifras billonarias en los próximos años.
Ahora bien, los drones también entrañan riesgos, sobre todo, en lo relativo a la seguridad del espacio aéreo y de la privacidad de las personas.
Como sucede con otras herramientas creadas por el hombre, dependerá del uso que de ellas se quiera hacer para construir o destruir, para salvar o matar, para facilitar la distribución del comercio o para espiar y/o robar datos personales…
En Youtube, apareció un vídeo https://www.youtube.com/embed/xqHrTtvFFIs en el que se mostraba un dron casero disparando con una pistola semiautomática integrada. Se pensó entonces en las consecuencias fatales por la posible utilización de este aparato contra la población civil.
Recientemente, los guardias de la prisión de Bedford (Reino Unido) han interceptado un dron que intentaba hacer entrega de varios móviles y drogas a algunos de sus presos. Advierten que el uso de estos aviones no tripulados podría convertirse en una «amenaza emergente».
Mi opinión es que, pese a los riesgos, no se debería renunciar a la futura utilización de estos aparatos. Antes al contrario, cabría explorar y explotar al máximo todas las posibilidades que brindan a sectores tan importantes como el de la salud, misiones de paz, prevención de incendios, salvamento en casos de catástrofes naturales, etc.
Lo que sí urge es acometer la normativa pendiente de estas aeronaves no tripuladas para acabar con el vacío legal que aún existe e intentar armonizar su regulación al mayor número de países posible, puesto que afecta a la seguridad global.
En España, por ejemplo, los drones sólo están regulados por el Real Decreto-ley 8/2014, de 4 de julio, bajo un epígrafe a modo de cajón de sastre: “De aprobación de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia”.
La seguridad total nunca se podrá garantizar, aunque no por ello renunciemos a los avances tecnológicos que redunden en el interés común y el bienestar de los pueblos. Garanticemos, al menos, la seguridad jurídica de estos avances tecnológicos.