Europa debe responder
La inmigración que recibe Europa por vía de hecho, cuestiona el proceso de integración continental, ante la imposibilidad de encontrar una solución definitiva a los miles de seres humanos que vienen buscando mejores condiciones de vida; tanto por la violencia de guerras y conflictos, como por la condición de miseria y marginalidad.
La inmigración que recibe Europa por vía de hecho, cuestiona el proceso de integración continental, ante la imposibilidad de encontrar una solución definitiva a los miles de seres humanos que vienen buscando mejores condiciones de vida; tanto por la violencia de guerras y conflictos, como por la condición de miseria y marginalidad.
La inmigración que recibe Europa por vía de hecho, cuestiona el proceso de integración continental, ante la imposibilidad de encontrar una solución definitiva a los miles de seres humanos que vienen buscando mejores condiciones de vida; tanto por la violencia de guerras y conflictos, como por la condición de miseria y marginalidad.
Europa no ha podido tener una respuesta homogénea y esta corriente de inmigrantes cuestiona la filosofía y la praxis del proceso integracionista Europeo. El Tratado de Lisboa firmado en el 2007 y ratificado por los 28 Estados, parecía anunciar una nueva era para Europa y para el Sistema Internacional. Con la adhesión de la UE al Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, además de la Carta de los derechos fundamentales, Europa se dotó de un catálogo de derechos civiles, políticos, económicos y sociales, obligatorios para las instituciones y Estados que integran este mecanismo regional.
La Carta de los Derechos Fundamentales en sus 6 capítulos se refiere a la dignidad, libertad, igualdad, solidaridad, ciudadanía y justicia, incluso consolida las medidas contra la segregación y discriminación por razón de sexo, raza y color. Todo esto busca una Europa más clara y transparente en el campo de la justicia, libertad y seguridad.
El trato que algunas naciones Europeas han dado a los inmigrantes en estos últimos días, deja de lado los valores democráticos en los que se basa el Tratado de Lisboa y olvida la Carta de los Derechos Fundamentales en materia civil, política, económica y social, pero Europa además de no ser consecuente con estos países del tercer mundo de donde vienen hombres, mujeres y niños, ha olvidado la solidaridad ante una respuesta coordinada a este problema por parte de los Estados miembros de la Unión.
Es importante que el imperativo humanitario sea tomado por las principales instituciones de la Unión Europea establecidas en el Tratado de Lisboa para una mayor acción eficaz ante los seres humanos que llegan y frente a los Estados de los cuales provienen, por eso esperamos los pronunciamientos del Parlamento Europeo, de la Comisión, el Consejo de la UE, del Tribunal de Justicia y especialmente del Comité Económico y Social Europeo.