¿Qué piensa Bilderberg sobre la posible independencia de Cataluña?
Son muy significativas las palabras que pronuncia la Reina Sofía en la ONU poco después de regresar de la reunión Bilderberg 2014, tras la que abdicó Juan Carlos de Borbón, cuando un periodista le preguntó qué iba a suceder a partir de entonces en España: Todo sigue igual, respondió contundente la soberana.
Son muy significativas las palabras que pronuncia la Reina Sofía en la ONU poco después de regresar de la reunión Bilderberg 2014, tras la que abdicó Juan Carlos de Borbón, cuando un periodista le preguntó qué iba a suceder a partir de entonces en España: Todo sigue igual, respondió contundente la soberana.
Son muy significativas las palabras que pronuncia la Reina Sofía en la ONU poco después de regresar de la reunión Bilderberg 2014, tras la que abdicó Juan Carlos de Borbón, cuando un periodista le preguntó qué iba a suceder a partir de entonces en España: “Todo sigue igual”, respondió contundente la soberana.
En estas semanas de cambios me han cuestionado en mis redes por la postura del Club Bilderberg ante el proyecto independentista catalán, pregunta a la que precisamente respondí a la periodista Elena García Melero en el programa Els matins de Televisió de Catalunya, el pasado mes de junio cuando me entrevistó por la publicación mi libro Los planes del Club Bilderberg para España.
Sin pensarlo dos veces le contesté que los miembros de esta poderosa y elista entidad están en contra de la secesión. En el año 1991, le expliqué, el entonces presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, fue invitado a la reunión que el Club celebró aquel año en la ciudad alemana de Baden-Baden, sobre las laderas de la Selva Negra. El desencanto con el líder pronto quedó patente cuando este dedicó parte de su discurso al nacionalismo catalán. Así que no lo volvieron a invitar. Probablemente él desconocía que nacionalismo es una palabra maldita en Bilderberg. El mítico relaciones públicas de la entidad, el príncipe Bernardo de Holanda, no se cansó de repetir en las reuniones que “es difícil reeducar a la gente que ha sido educada en el nacionalismo. Es muy difícil convencerlos para ceder su soberanía a favor de una institución supranacional”. Para la oscura entidad, los nacionalismos son peligrosos porque chocan de frente con su anhelado objetivo de implantar un gobierno mundial.
Ya en 2010 el bilderberg Javier Solana subrayó durante una conferencia universitaria que “Europa puede y debe ser una especie de laboratorio de lo que pudiera ser una especie de gobierno mundial”. Quizá ahora adviertan claramente que la Unión Europea es una criatura nacida, amamantada y desarrollada en las fábricas secretas de Bilderberg.
Por su parte, después de los mensajes y los dimes y diretes en la prensa, Artur Mas no tenía claro que no debía seguir adelante. Así que el pasado 20 de julio recibió a una poderosa y discreta comitiva en el Palau de la Generalitat. Se trataba de la avanzadilla de Bilderberg, formada por los miembros españoles de la Comisión Trilateral, un apéndice del Club fundada en 1973 por el mismo creador, David Rockefeller. Los trilateristas visitadores eran Antonio Garrigues Walker, presidente del bufete Garrigues y socio de Rockefeller, que asegura que ambas entidades constituyen “el cerebro del mundo”; Alfonso Cortina, vicepresidente en Europa de Rothschild y asesor de la firma de capital riesgo TPG; Pedro Miguel Echenique, físico y consejero del Gobierno vasco de Carlos Garaikoetxea; Ignacio Polanco, presidente del grupo Prisa; Esther Giménez-Salinas, exrectora de la Universitat Ramon Llull y consejera del Banco Santander; Emilio Ybarra, expresidente del BBVA, y Ferran Rodés, presidente de la empresa editora del diario Ara y consejero de Acciona.
Ante los emisarios del status quo global, Mas aseguró que no iba a romper la legalidad para efectuar la consulta soberanista del 9 de noviembre. El president les aseguró que la solución al enconamiento de la consulta serían las elecciones autonómicas. Así que los soldados de Rothschild y Rockefeller se marcharon felices y reprodujeron sus palabras ante sus jefes.
Desde aquel día señalado el fin de Mas está muy cerca. El Club Bilderberg y la Comisión Trilateral han derrumbado a presidentes mucho más convincentes a golpe de sonrisas maquiavélicas. Imagino que así fue como se despidieron de él, dándole fuertes apretones de manos y lanzándole sonrisas de doble fondo. Son ellos los que han puesto a dedo a presidentes en Italia y Grecia sin necesidad de pasar por las urnas. Y Mas sería muy ciego si no es capaz de ver que una visita de ese calibre no la recibe cualquiera. Ha conseguido enfadar a los demonios. A partir de aquel día, y sin saberlo, el president se convirtió en un instrumento a merced de manos muy peligrosas. La manipulación es el pasatiempo favorito de Bilderberg.
De las discretas sonrisas de sobremesa, Bilderberg ha pasado a las portadas de los periódicos. Mas acaba de ser públicamente amenazado. Otro soldado de su batallón global, Javier Solana, ex secretario general de la OTAN y ex secretario general del Consejo de Europa (es decir, el primer presidente oficioso de la UE antes de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa), ha recibido el encargo de decirle que la UE no tolerará entre sus filas la insurgencia de una Cataluña independizada. Sería un mal ejemplo para cualquiera con ínfulas de autodeterminación. Además, le ha advertido que será expulsada de la OTAN ipso facto.
Pero el posible aislacionismo y bloqueo internacional no sería la jugada maestra. El golpe final es la manipulación que Bilderberg está haciendo en secreto del proceso de independencia para rematar lo que comenzó hace cuarenta años con la I Transición y que continuó al obligar a Juan Carlos a abdicar e inaugurar la II Transición: construir una España a la medida de la elite global y no de los españoles, ya sean catalanes, leoneses o vascos. “Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo”, esgrimió sin inmutarse David Rockefeller en las páginas del Newsweek en los 90.
La estrategia de Bilderberg es utilizar el polvorín catalán para forzar la creación de una España federal. Es en este momento cuando tenemos que fijarnos en Enrique Barón, otro bilderberg español cuya discreta red de contactos lo llevaron a presidir el Parlamento europeo después de pasar por una de sus herméticas reuniones. ¿Lo recuerdan como Ministro de Transportes de Felipe González? Pues ahora se dedica a defender la ideología federal: “Las autonomías son la vía española al federalismo”, dijo en noviembre pasado. Lo que aún no tienen muy claro los federalistas de su talla es cómo se desarrollará en la práctica el nuevo experimento político español, ya que no existe un modelo único. Lo sí que sí asegura saber Barón es que el federalismo “es algo muy vivo que la mayor parte de países tienen a su manera”, como cantaría un Frank Sinatra cualquiera.
Y resulta que los ruidos de sables catalanes han hecho llegar a igual conclusión a otro soldado útil del imperio Bilderberg, el ex presidente Felipe González: “La mejor estructura de Estado es la federal”, dijo tras reflexionar sobre Cataluña. Y al banquete federal se unen Pedro Sánchez (el último invitado de piedra a las reuniones Bilderberg), Albert Rivera, Alberto Garzón, Ximo Puig, Miquel Iceta y Juan Carlos Monedero cuando pertenecía al órgano ejecutivo de Podemos. Por el momento, el PP se queda solo en su defensa de “una España unida”, pero no sabemos si nos sorprenderá cuando las elecciones generales estén más cerca y los amos lo llamen al orden.
La estrategia federativa de Bilderberg no es nueva. No olviden que ya en noviembre de 2004 el presidente Rodríguez Zapatero afirmó que nación es un concepto “discutible y discutido”.
Pero cuidado porque Barón aún dice más. Para llevar a cabo la federación “hay que actualizar la Constitución”. Porque, claro, quien rechaza el modelo autonómico actual, rechaza la Constitución. Y ya que se mete mano, se corta de aquí y se añade de allá. Pero lo realmente alarmante, lo irresponsable del caso es que los representantes políticos no le están contando al pueblo el verdadero alcance y objetivo que hay detrás. Todo sigue igual porque más allá de la retórica del cambio y de los tiempos nuevos, volvemos a encontramos con un debate, el de la reforma constitucional, que se está materializando en los recovecos de un asunto que no muestra su apariencia real, que se pacta y negocia debajo de las alfombras, en las alcantarillas del poder global con la complicidad del poder local, que está siendo manipulado sin ser consciente de hasta qué punto es solo un juguete en sus manos.
Lo pérfido es que quienes realmente tienen en mente el modelo federal que se implantará en España y cómo se va a mutar nuestra Constitución son los dueños del dinero, de las industrias, de las leyes, de los parlamentos… Es decir, el poder privado del que habla Rockefeller. El pueblo votará sin saber qué planes ocultos se han suscrito ya, qué líneas maestras se han trazado. Los principales enemigos de España no están aquí, son extranjeros. Pero no van a permitir que el pueblo los perciba, los descubra porque somos cobayas de un laboratorio en el que discretas ideologías debates sigilosos raptan por el subsuelo de lo que hoy conocemos como España pero que no sabremos lo que será mañana. De momento, Cataluña es la llave para la federación y la reforma de nuestra Constitución. Todo dentro de la legalidad, eso sí, claro. Y dentro del secreto.
Se avista por el horizonte un nuevo modelo para una España a su manera, a la de Bilderberg. El final está próximo, querido Frank. ¡Ay! Si todos fueran como tú, otra España nos cantaría. Pero, como dijo Sofía en la sede de las Naciones Unidas (paradójica palabra naciones), que, por cierto, se construyó sobre los terrenos cedidos por David Rockefeller, aquí “todo sigue igual”.