Vuelve la Guerra Fría

En realidad la Guerra Fría no se terminó, por lo mismo que no se declaró nunca. Se llama así porque no se tramita en campañas bélicas abiertas entre los dos grandes poderes, Rusia y Estados Unidos.

En realidad la Guerra Fría no se terminó, por lo mismo que no se declaró nunca. Se llama así porque no se tramita en campañas bélicas abiertas entre los dos grandes poderes, Rusia y Estados Unidos. Es más que nada una competición por ver quién de los dos domina el mundo. Ambos contendientes se olvidan de que en el entretanto ha surgido otro gran poder, China. Por si fuera poco, se alza una nueva fuerza incontrolada, el llamado Estado Islámico. Ya no es una partida de ajedrez sino de póker.

El teatro de operaciones es ahora el viejo territorio donde nació la civilización occidental, valga la paradoja: el Oriente Medio. En él se situó un día el padre Abraham y se localizó la aparición de la rueda y el alfabeto. Ahora comprende dos Estados artificiales y fracasados: Iraq y Siria. Sus respectivas poblaciones viven amedrentadas; pretenden el imposible del éxodo hacia Europa.

Siria es la mejor ocasión que tiene Rusia para asomarse al Mediterráneo, su viejo sueño. Es la salida natural del petróleo de Iraq. El Estado Islámico realmente es la organización terrorista más potente de la Historia. Cuenta con un arma definitiva: el atentado suicida.

En el campo de Agramante de Siria confluyen todos los ejércitos: (1) Los que defienden al dictador Al-Asad de Siria, apoyados por Rusia. (2) Los que intentan derribar al dictador, auxiliados por los Estados Unidos y sus aliados. (3) Los del Estado de Iraq, bajo la sombra de los Estados Unidos. (4) Las partidas de los kurdos contra los varios Estados que los oprimen. (5) Los terroristas del Estado Islámico contra todos. El conflicto no puede ser más enrevesado. 

La única solución sería que los Estados Unidos y Rusia colaboraran para descabezar al Estado Islámico. Pero siguen empeñados en la Guerra Fría.