¡La abuela está hecha una moza!
Bastón en mano, procurando aliviar el peso de unas primaveras que ya se amontonan sobre su encorvada ímpetu, recibe la noticia con una leve sonrisa que deja al descubierto cada uno de los pliegues que le empañan el espejo del alma, y que no son más que los perdurables rasguños de las batallas ganadas y de una vida casi hecha.
Bastón en mano, procurando aliviar el peso de unas primaveras que ya se amontonan sobre su encorvada ímpetu, recibe la noticia con una leve sonrisa que deja al descubierto cada uno de los pliegues que le empañan el espejo del alma, y que no son más que los perdurables rasguños de las batallas ganadas y de una vida casi hecha.
Bastón en mano, procurando aliviar el peso de unas primaveras que ya se amontonan sobre su encorvada ímpetu, recibe la noticia con una leve sonrisa que deja al descubierto cada uno de los pliegues que le empañan el espejo del alma, y que no son más que los perdurables rasguños de las batallas ganadas y de una vida… casi hecha.
«Por orden del señor alcalde se hace saber… que a partir de este momento queda prohibido morirse».
Aunque pueda parecer una broma siniestra, la desconsiderada ordenanza se ha acomodado ya en media docena de ciudades, una de ellas española, que no conforme con afearle la visita al forastero de la guadaña, anuncia sanciones y un aumento de los impuestos a aquellos octogenarios desobedientes que tengan la tentación de descuidar su salud o reprimir su “lozanía”.
Lástima que haya sido la falta de espacio en un camposanto, y no la desusada gratitud, la miserable razón que propicie esta medida. Pero tranquilos, porque puede que algún día, vencidos por la añoranza, seamos capaces de elogiar, aunque sea tarde, la grandeza de una abuela.
Esa cirujana para casi todos los males posibles: los del cuerpo, los del corazón y los del alma. Guardiana infatigable de la memoria familiar, de nuestras raíces. Capaz de resolver cualquier crisis con un puñado mas de arroz…
En un mundo próspero de abuelas los 24 de diciembre siempre serían “noches buenas”. No estaría permitido escatimar en besos, y todos seríamos lo que pretendemos… los más educados, los más guapos y los más listos.
A través del tiempo, y desde épocas remotas, el papel de los abuelos en la sociedad ha sido vital para el progreso de la misma. Puede que algún día todos lleguemos a admitir esa importancia, solo espero que no nos pille ya demasiado viejos…