La galerna
Recuerdo que, al comenzar el curso, en el Colegio los escolares de San Sebastián nos veíamos obligados a componer la ritual redacción sobre la galerna. Así llamábamos a los temporales, borrascas o ciclogénesis, que de todas esas formas se conocen.
Recuerdo que, al comenzar el curso, en el Colegio los escolares de San Sebastián nos veíamos obligados a componer la ritual redacción sobre la galerna. Así llamábamos a los temporales, borrascas o ciclogénesis, que de todas esas formas se conocen.
Recuerdo que, al comenzar el curso, en el Colegio los escolares de San Sebastián nos veíamos obligados a componer la ritual redacción sobre la galerna. Así llamábamos a los temporales, borrascas o ciclogénesis, que de todas esas formas se conocen. Las galernas traían mareas altas, lluvia continua y ventarrón. Era algo esperado y, por tanto, no causaba mayores quebrantos. Es más, un espectáculo magnífico consistía en “ir a ver las olas” en el Paseo Nuevo.
Ahora vivimos un tiempo de inseguridades y apetencia de comodidad. Cualquier alteración de los meteoros nos causa alarma. Se dice que no sé cuántas provincias se encuentran en alerta roja o naranja por el aviso de lluvias, viento, granizo y otras amenazas atmosféricas. El parte meteorológico se escribe desde el punto de vista de las personas que van a salir a gozar de la tranquilidad del campo. Pero el campo tiene sus propias leyes. Durante el otoño conviene que caiga agua y que el viento limpie la atmósfera. Ahora, además, la cosa se puede anticipar por los científicos. La información de la Agencia Estatal de Meteorología (de soltera Instituto Nacional) es la sección más leída, oída o vista de los medios.
Uno de los pequeños placeres de la vida consiste en pasear bajo la lluvia, bien pertrechado uno de elementos de abrigo y protección. El sonido armónico de la lluvia repiqueteando contra los cristales de las ventanas y claraboyas da la impresión de una improvisada sinfonía. Hay que imaginarse lo que debió de ser en tiempos antiguos vivir sin paraguas ni impermeables. Quizá no les importaba tanto mojarse. Lo peor de todo sigue siendo las inundaciones.
En fin, esta fue mi redacción escolar de este otoño. Contar si son 300 palabras y estará hecha.