THE OBJECTIVE
Nuria de Madariaga

Israel: ¿Habrá llegado un alijo de Captagón?

Los proyectiles impactan donde están las lanzaderas, no cae ningún terrorista porque para eso están los túneles: para que ellos se escondan mientras la población civil sufre el chaparrón.

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Israel: ¿Habrá llegado un alijo de Captagón?

Los proyectiles impactan donde están las lanzaderas, no cae ningún terrorista porque para eso están los túneles: para que ellos se escondan mientras la población civil sufre el chaparrón.

No hace falta que les recuerde que, la barata anfetamina Captagón, fabricada en laboratorios clandestinos con los mínimos medios, es la llamada “droga de la Yihad”. De hecho se han centuplicado últimamente en Google las consultas sobre este subproducto que vuelve locos a los terroristas, desaparecen la fatiga y el hambre y alcanzan un estado tan alterado de conciencia que hay que retroceder en el tiempo y alargarse a la guerra de Indochina cuando los combatientes acababan dementes con el llamado “Polvo de ángel” y llegaron a darse hasta episodios de canibalismo entre compañeros.

Así mi teoría sobre estos sangrientos “Días de la Ira” desencadenados por los palestinos contra ciudadanos inocentes de Israel, va más lejos que analizar sobre si los terroristas de Hamás vuelven a necesitar dinero empapado del sudor de la frente del contribuyente occidental. El remedio a la escasez de fondos endémica en estas sanguijuelas de Hamás siempre se resuelve atacando inesperadamente territorio israelita con unos cuantos de los cohetes que adquieren con los fondos de “la ayuda humanitaria a la reconstrucción de Gaza”, entonces aparecen los chicos y chicas de Tzahal, las resolutivas Fuerzas de Defensa de Israel, para mí el más admirable contingente de héroes y heroínas del mundo, localizan donde se encuentran las lanzaderas de cohetes (siempre en bloques de viviendas, en hospitales o escuelas buscando la mayor repercusión mediática posible y previo aviso a los corresponsales de prensa para que ejerzan de portavoces) y Tzahal mete cuatro zambombazos por cada cohete de ellos, para que escarmienten.

Así va la secuencia, los proyectiles impactan donde están las lanzaderas, no cae ningún terrorista porque para eso están los túneles: para que ellos se escondan mientras la población civil sufre el chaparrón. Inmediatamente rescatan a las víctimas y las pasean ante las cámaras dando muchos alaridos y a renglón seguido vuelven a reclamar con altivez “el dinero para la reconstrucción” a los cobardes y timoratos occidentales, a esos que ejercen un paternalismo hediondo con “los pobrecitos palestinos” que no es más que islamocanguele. Esa relación hacer-destruir-para-sacar-dinero-para-reconstruir es insana. Y está teñida de sombras. Por más que los reporteros de los medios destacados en Gaza se suelan ataviar con el pañolete palestino, disfrazar de Indiana Jones y dedicarse a desinformar con el célebre recurso del Periodismo Miserable que es “Convertir en víctima al culpable”.

Pero esta vez no se trata de pordiosear los sudados dineros de los impuestos del europeo que madruga para reventarse a trabajar. De hecho las tácticas de los pedigüeños de Hamás siempre han dado lucrativos resultados y sin riesgo para los terroristas porque se esconden y solo caen civiles. Esta vez los criminales atacan sin motivo, a cualquier ciudadano, ayer fue a una abuela, simplemente quieren matar a judíos y son los terroristas los que acaban muertos, uno tras otro, porque la gente se defiende y ellos saben que, desde Auschwitz, los judíos no son de los que se quedan quietos. Extraño. Los palestinos que están asesinando a judíos proceden de Israel donde lo reciben todo: trabajo, educación, sanidad, subsidios y les puede más el odio. Pregunto ¿Les puede más el odio que la certeza de la muerte con la lógica pérdida de su puesto de trabajo, la demolición de su vivienda y la ruina total de sus familias? Extraño. Podrán ser más fanáticos que los mandriles pero no son tontos y saben lo que se juegan. A no ser que haya entrado en Gaza uno de los alijos de la anfetamina Captagón tan en uso en Siria e Irak (que les pregunten a los valientes kurdos por los colocones que se pillan los del Estado Islámico para combatir) entonces, si están corriendo las pastillas que son baratas y la gente las está consumiendo por “efecto imitación” sin saber que se van a volver locos, entonces se explican esos instintos asesinos y sangrientos, esa violencia indiscriminada no de soldado contra soldado, sino de criminales contra civiles indefensos.

Cierto es que saben que cuentan con las ventajas del antisemitismo informativo, aunque dice la sabiduría milenaria que todos los hijoputas son antisemitas y son conscientes de que los cobardes Occidentales siempre van a mirar hacia otro lado y a hacer “culpables” a las víctimas. Pero… ¿De qué le sirve a un muerto el tener a periodistas afines? Los muertos no piden pan. ¿De qué le sirve a ese inmenso mamarracho que es Abbas este brote de violencia? Bueno, ese siempre cultivará el victimismo que es la mejor manera de sacar dinero y lo mismo con estos asesinatos a puñaladas “cae algo”. ¿Están siendo utilizados y manipulados esos tipos, reciclados en criminales, con los efectos mortíferos de “la droga de la Yihad” de por medio?. Inexplicable, aunque como diría el proverbio “Abyssus abyssum invocat” el infierno atrae al infierno, esta locura homicida y descontrolada huele más a causas químicas, a Captagón, que a reivindicaciones fanáticas. Y si esta gente caen en las adictivas garras de anfetaminas potentes, entonces sí que hay que considerarlos víctimas. De los delirios anfetamínicos es muy difícil escapar.

En estos duros momentos: Am Israel Jay. Shalom Israel.

 

Dedico este articulo a Juan de la Torre de “Amistad España-Israel”

 

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