Caspa marxista sobre la historia de España (en respuesta al columnista @BricePinkFloyd)
Que no os mientan. No hubo una armada más poderosa, atrevida, valiente y decidida ante un reto que la de las Españas. La pretenciosa armada inglesa solo mendigo lo que antes España hizo, abrió o descubrió.
Que no os mientan. No hubo una armada más poderosa, atrevida, valiente y decidida ante un reto que la de las Españas. La pretenciosa armada inglesa solo mendigo lo que antes España hizo, abrió o descubrió.
Es curioso como la anglófila leyenda negra no solo trajo mentira y sinrazón.
Engels, expoliado por Marx, nos regalo con los masones otra peste ideológica que aun hoy genera confusión. Ni tan siquiera los hijos de las mas bajas meretrices se avergüenzan de sus madres, excepto “pinkFloyds” asimilados culturalmente por la pérfida Albión. Por eso, cuando leo las descarnadas mentiras al valor de la historia de la hispanidad, mi formación católica me produce lástima, dolor, tristeza y muchísima compasión.
Que no os mientan. No hubo una armada más poderosa, atrevida, valiente y decidida ante un reto que la de las Españas. La pretenciosa armada inglesa solo mendigo lo que antes España hizo, abrió o descubrió. Aun hoy, pocos se atreven con el cabo de hornos, y ninguno supero lo de Lezo, Galiano, Churruca o Juan de Austria, a quien debemos, por responder tópicos, que nuestras mujeres conserven el voto, sus clítoris, tengan sexo, una carrera, o vistan bikinis.
No hay páginas para contar nuestras gestas, escritas por andaluces y vascones, gallegos, cántabros, navarros y extremeños, valencianos, mallorquines, aragoneses o murcianos. La mayor fue fundar sin saberlo la hispanidad, al mezclar nuestra sangre con los indios, cruelmente subyugados bajo dictaduras asesinas, cuya progresión les abocaba a una extinción cierta (200.000 sacrificios-año).
Indios que ante hombres como Hernan Cortes eligieron apoyar, mientras quemaba sus naves y casaba con una india (ducado de Moctezuma / jamas un ingles). La hispanidad se cemento al mezclarnos, titulándolos ciudadanos castellanos de pleno derecho (si, miles de abusos, ¿no los hay hoy, hipotecados preferentistas?) llevando avances civilizadores: la rueda, la escritura, agricultura y el derecho romano heredado.
Pero sobre todas las cosas, la fe. La moral y la conciencia católica de saberse seres humanos iguales ante dios e hijos suyos, hoy rechazado por muchos y que los sioux, comanches, pies negros o cherookees hubieran agradecido en los ingleses. Las 8 horas laborales es legado de la reina Isabel, jamas de ningún sindicato marxista «ingles». Las leyes de indias dan fe.
Colón y su expedición no tenían como única preocupación “repartir Biblias, abrazos y arrumacos” sino romper las estratégicas líneas comerciales de extremo oriente en manos venecianas, comprometidas por los infieles; si, dinero, espada y fe. Un puñado de arrojados españoles se lanzaron a un mar que en la visión de aquel manojo de valientes solo se precipitaba al vacío…
Los españoles como Colon, tras pisar tierras de indias, construían primero siempre lo mismo: una iglesia y una escuela. La pluma y la fe.
Otros, hijos de la pérfida Albión solo saqueaban, mientras construian leyendas negras ayer, e inquinas hoy…
Infelices…
«Todo buen español debería mear siempre mirando a Inglaterra», Blas de Lezo, de pasajes, abril de 1731.