Los terroristas del NOM
Los gobernantes de Siria y Rusia son los dictadores más odiosos porque defienden la soberanía nacional de sus pueblos y, lo que es peor aún, no están por la labor de entregar su legado cultural y religioso al nihilismo relativista del NOM.
Los gobernantes de Siria y Rusia son los dictadores más odiosos porque defienden la soberanía nacional de sus pueblos y, lo que es peor aún, no están por la labor de entregar su legado cultural y religioso al nihilismo relativista del NOM.
Mientras los jinetes del apocalíptico Nuevo Orden Mundial —o Imperio Bilderberg— galopan a sus anchas por Europa, sus mayores enemigos públicos estrechan las manos protagonizando una provocación que les harán pagar cara. Ashar Al Assad y Vladímir Putin están coordinando operaciones militares contra los terroristas pero, claro, el concepto tiene diferentes significados dependiendo de quién lo use. El NOM ha proclamado que los terroristas son ellos. ¿Por qué? Porque ni Putin ni Al Assad piensan doblegarse a los planes del imperio globalizador.
Los gobernantes de Siria y Rusia son los “dictadores” más odiosos porque defienden la soberanía nacional de sus pueblos y, lo que es peor aún, no están por la labor de entregar su legado cultural y religioso al nihilismo relativista del NOM.
El ex jefe de los espías rusos se ha revelado inesperadamente como un ferviente cristiano. Me cuentan que con frecuencia se escapa a orar al Monte Athos, denominado en griego ?γιον ?ρος (Ágion Óros), donde se asientan veinte monasterios ortodoxos (griegos, rumanos, ruso, búlgaro, serbio y georgiano) gestionados por el Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada, bajo soberanía griega.
Por su parte, el islamismo de Al Assad, que estudió algunos años en Londres, no es radical y su gobierno laico ha permitido, hasta la explosión de las primaveras árabes — el error reciente más garrafal de Bilderberg—, la coexistencia pacífica de otras religiones. Es más, él es alauita, una rama del islam chií que celebra fiestas religiosas suníes, chiíes y cristianas, y cuyo credo, al contrario que el islam mayoritario, no es proselitista ni persigue la aniquilación del infiel. Al Assad no ora en templos como Putin, pero participa en la consagración del vino.
Ahora entendemos mejor el odio que les profesan a estos dos defensores del cristianismo y la soberanía nacional, conceptos malditos en el Imperio Bilderberg.
Occidente, hechizado por el NOM, mira hacia otro lado mientras los coléricos jinetes masacran a miles de cristianos, violando a sus mujeres e hijas menores de edad sin que los defensores de los derechos humanos rompan un silencio vergonzante.
A los terroristas de Bilderberg les salen los tiros por la culata mientras contemplan impotentes y encolerizados la escena en la que jamás calcularon que desembocarían sus obscenas artimañas: la antigua URSS comunista, templo del ateísmo, saliendo en defensa de la cristiandad. Hoy las cruzadas no parten de Europa sino de Rusia.