De vallas y bombas para Europa
Austria condenaba con dureza hace unas semanas a Hungría por su decisión de construir una valla en su frontera meridional con Serbia. Ahora Austria construye una valla muy parecida en su propia frontera meridional con Eslovenia.
Austria condenaba con dureza hace unas semanas a Hungría por su decisión de construir una valla en su frontera meridional con Serbia. Ahora Austria construye una valla muy parecida en su propia frontera meridional con Eslovenia.
Austria condenaba con dureza hace unas semanas a Hungría por su decisión de construir una valla en su frontera meridional con Serbia. Ahora Austria construye una valla muy parecida en su propia frontera meridional con Eslovenia. Eslovenia podría estar a punto de anunciar la construcción de su propia valla en su frontera meridional con Croacia y no se sabe cuánto tardará Zagreb en hacer otro tanto en la frontera con una Serbia que aun no tiene valla con Macedonia. Mientras esta última querría desde luego colocar una a lo largo de la frontera griega. Grecia y Bulgaria sí tienen ya vallas en su frontera terrestre con Turquía. Pero de poco le han servido al menos a una Grecia incapaz de defender su frontera en el mar. Todos los países implicados en la crisis de los refugiados como territorios de tránsito del inmenso e interminable flujo desde Siria y otros países hacia Alemania, están mostrando comportamientos muy similares. Porque se ven movidos por los mismos miedos que no son solo de sus gobiernos sino también y ante todo de sus poblaciones. Igual que todos los países se plantean una valla en su frontera sudoriental, todos se dedican a acelerar el tránsito de los refugiados que han logrado acceder a sus territorios. Y se los colocan al vecino en la puerta. Los países vecinos, hasta los que pueden presumir de una cooperación ejemplar de muchas décadas, ven ya como con estas prácticas sus relaciones se agrian y deterioran hasta cotas insólitas. Socios y amigos se dicen cosas inauditas. Y se generan recelos y diferencias de serias consecuencias.
Cuando no se han cumplido tres meses del comienzo de la crisis aguda de los refugiados, está claro que los centenares de miles de refugiados no solo suponen una tremenda amenaza para los presupuestos, para los servicios públicos y para la convivencia en los países de destino. También ponen en peligro las relaciones entre Estados vecinos. Que un canciller austriaco como Werner Fayman sugiriera imágenes del Tercer Reich al referirse al trato dado por el primer ministro Viktor Orban a los refugiados es una ofensa sin precedentes entre dirigentes de dos países, Austria y Hungría que han tenido siempre por su pasado común, una relaciones magnificas hasta durante la Guerra Fría. Los refugiados se convierten de forma inexorable y en contra de su voluntad en una bomba. Que desestabilizar Europa y que ya tiene una víctima más que probable en el Tratado de Schengen. Su fin acabaría con esos pocos años en que se cumplió el sueño de una Europa sin fronteras interiores. Hablamos de una bomba para las relaciones entre los países, pero también para el vínculo de los Estados con una Unión Europea que acaba siendo ineficaz. Que deja a suecos y a alemanes sin la solidaridad de otros países que se niegan a convertirse en países de acogida para las cuotas que debieran corresponderles. Bomba también para la convivencia en donde la llegada de los inmigrantes de forma descontrolada genera profunda inquietud, provoca rechazo hacia los políticos y el sistema político y hostilidad hacia los recién llegados o aun no llegados, con brotes claros de xenofobia hasta en los países más tolerantes. Los pueblos europeos no votaron en favor de una decisión política, la apertura de fronteras, que va a cambiar profundamente el perfil de sus sociedades y la forma de vivir en ellas. De ahí que haya una profunda cuestión de legitimidad democrática que generará sin duda muchos conflictos políticos. El más grave de momento se da sin duda en Alemania donde cada vez hay más voces que cuestionan la cancillería de Angela Merkel a quien consideran responsable de no haber buscado una forma de parar esta llegada masiva de población extranjera. Y de haber incendiado con sus decisiones una intensificación del flujo de llegada. El presidente de Baviera, Horst Seehofer, jefe de los cristianodemócratas bávaros (CSU) especula abiertamente con salir de la coalición con la CDU y SPD. Y altos dirigente sede la CDU reconocen que la mejor carta que tiene Merkel es que tiene difícil sustitución y que Wolfgang Schäuble es un sucesor que podría generar problemas en las relaciones con los socios y aliados. El domingo hay una cumbre de la coalición alemana y nadie excluye ya que vuele por los aires la cancillería de una Angela Merkel que hace tan solo cuatro meses era la previsible líder de Europa para la próxima década. Su fin político revelaría el inmenso potencia destructivo de esta crisis que parece cada día más lejos de ser controlada.