THE OBJECTIVE
Amando de Miguel

Otra libertad que desaparece

Ahora llegan los chinos y empiezan a parcelar el mar con islas artificiales. El conflicto se ve venir. Habría que imponer una regulación de la autoridad mundial, pero esta no existe. Extrañamente, en las Naciones Unidas China tiene derecho de veto. La política de hechos consumados hará muy difícil que se cumpla cualquier resolución de los tribunales internacionales.

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Otra libertad que desaparece

Ahora llegan los chinos y empiezan a parcelar el mar con islas artificiales. El conflicto se ve venir. Habría que imponer una regulación de la autoridad mundial, pero esta no existe. Extrañamente, en las Naciones Unidas China tiene derecho de veto. La política de hechos consumados hará muy difícil que se cumpla cualquier resolución de los tribunales internacionales.

Los pensadores europeos del siglo XVI (entre ellos los españoles) fijaron una de las primeras libertades de la civilización occidental: la libertad de los mares. Fue la respuesta a las rutas oceánicas, que acababan de inaugurarse por los navegantes portugueses y los conquistadores castellanos. El Derecho Romano había definido muy bien el derecho de propiedad de la tierra. Ahora se añadía que el mar no era parcelable, pertenecía a todos. Fue un gran progreso. Desde luego, ha beneficiado a las talasocracias: Portugal, España, Inglaterra, Estados Unidos, por orden cronológico.

La libertad de los mares empezó pronto a limitarse con las tres millas de aguas territoriales. La razón venía dada por la estrategia militar. El módulo de las tres millas equivalía a la longitud que alcanzaban las balas de los cañones costeros. Luego se pasó a 12 millas y, con el descubrimiento del petróleo, algunos países lo ampliaron  a cientos de millas. Empezó a cuartearse el principio de la libertad de los mares. Era de esperar. El mar pasaba de ser una vía de comunicación a una parte de la Tierra en sí mismo valiosa.

Ahora llegan los chinos y empiezan a parcelar el mar con islas artificiales. El conflicto se ve venir. Habría que imponer una regulación de la autoridad mundial, pero esta no existe. Extrañamente, en las Naciones Unidas China tiene derecho de veto. La política de hechos consumados hará muy difícil que se cumpla cualquier resolución de los tribunales internacionales. El ejemplo chino tratarán de imitarlo otros países superpoblados. Pero solo podrán ejercerlo los que cuenten con ingentes medios de capital. He aquí una nueva fuente de desigualdad a escala planetaria. Habrá que ver el conflicto que se va a desatar con las eventuales edificaciones en los fondos marinos.

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