Soy un pecador, el primero

Ando algo aburrido porque tengo la sensación de que los demás lo hacen todo por mí. Comen por mí, piensan por mí, hacen el amor por mí… Afortunadamente para lo último y para escribir ya estoy yo.

Lo digo por el viejo debate de las carnes. De todas las carnes. No se salva ni Dios. Desde las chichas de mi vecina, tenerlas las tiene, pasando por el caso del anuncio de la OMS. Ese que quiere arruinarle el negocio a mi paisano de Lugo, el que me vende los chuletones, hasta las musas de Victoria’s Secret.

Va a ser que como soy hombre ni siquiera el colectivo femenino, alguna, me dejará que discrepe sobre la conveniencia o no de un desfile como el de la foto. Pero lo voy a hacer.

Este ni siquiera es un desfile. Se ha convertido en todo un acontecimiento mundial. Ni siquiera añadir música a la pasarela ha aplacado a las fieras que piensan que el feminismo empieza donde está el principio de aquella pasarela y llaman anacrónico a todo lo que piensan que dañan su imagen como seres humanos.

Lo que verdaderamente es anacrónico son todas esas mentes que piensan que lo que desfilan sobre esa pasarela son trozos de carne como las que me da el carnicero de Lugo y no profesionales que han hecho de su profesión un arte. Que se preocupen otros y otras de no ir a determinados polígonos precisamente no a comprar carne sino a disfrutarla. ¡Despreciables, eso sí que es un pecado! Que se lo hagan mirar. La pasarela no fomenta ni la violencia de género, ni la prostitución, ni el acoso en todos sus sentidos. Ahora si me dicen que fomenta el pecado estoy de acuerdo. Yo soy el primero.

“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne. Pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” Romanos 8:5-8.

Yo el espíritu ya lo tengo cultivado. Cada uno que espíe su conciencia. La mía está muy limpia. Larga vida Victoria’s Secret.