THE OBJECTIVE
Francisco Martinez

El letargo de Occidente

Lo han vuelto a hacer. De nuevo una masacre en el viejo continente. La consternación, la impotencia, el miedo e incluso el enfrentamiento entre nosotros se llevan produciendo todo el fin de semana como consecuencia de una tragedia que estaba anunciada desde hace mucho tiempo

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El letargo de Occidente

Lo han vuelto a hacer. De nuevo una masacre en el viejo continente. La consternación, la impotencia, el miedo e incluso el enfrentamiento entre nosotros se llevan produciendo todo el fin de semana como consecuencia de una tragedia que estaba anunciada desde hace mucho tiempo

La consternación la impotencia y el miedo son reacciones primarias que difícilmente podemos controlar en una sociedad vive de espaldas a la barbarie y a la muerte – incluso la natural – desde hace mucho tiempo. Tal y como hacen las avestruces hemos optado por meter la cabeza en un agujero y sólo cuando el viento en nuestra cola (oleadas de refugiados llegando a Europa o Michelle Obama escribiendo #bringbackourgirls) nos resulta demasiado molesto nos asomamos hasta que amaina y volvemos a nuestro día a día.

El enfrentamiento entre nosotros se produce por nuestro infatigable afán de buscar culpables. La atribución de la responsabilidad última se adivina muy tentadora pero es muy engañoso ya que nos libera de toda clase de culpa, lo cual es falso.

En el año 2003 George W. Bush decía: «El hecho de que durante 60 años las naciones occidentales hayan excusado y se hayan acomodado a la falta de libertad en Oriente Próximo en nada ayudó a nuestra seguridad, porque a largo plazo la estabilidad no puede ser comprada al precio de la libertad». En el año 2015 las naciones occidentales no sólo han excusado y acomodado la falta de libertad en Oriente Próximo. Todas ellas, así como casi todos nosotros, hemos ignorado deliberadamente la tragedia que por culpa de los fanáticos se vive a diario Oriente Medio, el Norte de África y en otros muchos otros lugares del planeta.

Los atentados del pasado viernes en París, como los de las Torres Gemelas, los de Atocha o los de Londres, son el precio que pagamos por ser felices en la ignorancia y pensar que las cosas pueden resolverse si somos permisivos con los que abusan de su poder para someter a los débiles mientras que a nosotros nos dejen tranquilos. Occidente debe despertar de su letargo, esto es, no limitarse a mandar tropas a los lugares de donde proceden estos bárbaros sino defender la libertad en todos los rincones del planeta.

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