La quinta columna

El término “quinta columna” se inventó durante la Guerra Civil española para definir a esa columna de soldados que no avanzaba hacia el frente y se quedaba en la retaguardia para misiones de sabotaje. Los servicios secretos de la India aseguran que alrededor de 50.000 europeos luchan en las filas del Estado Islámico, lo que hace que Europa sea muy vulnerable a ataques terroristas.

En los siglos XVI y XVII, España sufrió los efectos de la quinta columna que representaban los moriscos en Valencia, Murcia y Granada, cuyas costas se veían acosadas una y otra vez por piratas berberiscos o avanzadillas de la flota turca, los cuales se servían de estos moriscos para saber en qué playas desembarcar, qué poblaciones estaban mal defendidas o qué caminos debían tomar para asaltar por sorpresa un pueblo, saquearlo y tomar a sus habitantes como esclavos. Cervantes lo sabía bien, pues fue prisionero durante 5 años en Argel después de que el barco en que regresaba a España desde Italia fuese apresado por un pirata berberisco. La situación se hizo insostenible y Felipe III ordenó su expulsión a principios del s. XVII.

Fue una decisión no basada en el odio religioso ni en el racismo, como cuentan los modernos publicistas de la Leyenda Negra antiespañola, sino fundamentada en motivos estrictamente políticos, pues estaba en juego la propia supervivencia de España como entidad política.

Ahora, España vuelve a estar llena de musulmanes y la sola mención de tomar medidas para evitar la entrada de más musulmanes o de expulsar a aquellos que estén radicalizados se va a encontrar con el muro de los ideólogos que sufren el Síndrome de Pacifismo Fundamentalista, aquellos tan cercanos a Zapatero y sus herederos, es decir, los de la tribu del jefe Koleta Morada. Ni siquiera puede uno defender que se les apliquen las leyes que rigen para el resto de los españoles sin que le caiga la etiqueta de facha, racista o islamófobo.

Un futuro muy prometedor.