Esta vez la imagen llega desde San Bernardino, una localidad al sur de California, donde ha habido al menos 14 muertos y muchos heridos tras un tiroteo en un centro de discapacitados. Un horror, pero un horror que es un dejá vu, una película de terror que ya hemos visto demasiadas veces en los EEUU de Norteamérica.
¿Cuantos muertos vamos a recontar hasta que el Gobierno y los gobiernos federales acaben con este disparate de que comprar un arma en EEUU no sea algo al alcance de cualquiera? ¿Hasta dónde va a ser necesario llegar para evitar que cada poco asistamos a una masacre como la de ayer en san Bernardino? Y ojo que solo ocupan escaparate en Europa en los medios los muertos que se recuentan juntos en el mismo acto, porque cada día hay muchos de los que no nos queremos enterar.
Comprar un arma en EEUU es barato y está al alcance de cualquiera. Y, además, está una cultura que no censura desde la cuna el empleo de armas para resolver las cuitas de todo tipo. Muy al contrario, es frecuente educar a los niños como si el viejo oeste fuera el futuro deseado y el presente real, y se fomenta el empleo de las armas, apelando incluso a alguna protección constitucional apelando a la legítima defensa. Por todo esto los lamentos de Obama, como los de sus antecesores, como los de todas las autoridades norteamericanas cuando hay una masacre, suenan ya a mercancía averiguada, a dolor hueco. Acaben con esto o dejen de llorar. Hemos visto demasiadas veces esta película insoportable