Lo que hace falta es jama
Cámara en mano un tipo realiza un documental por las calles de La Habana. El entrevistado empieza, cual entendido, hablar sobre reggaetón, salsa y las raíces africanas en la música cubana.
Cámara en mano un tipo realiza un documental por las calles de La Habana. El entrevistado empieza, cual entendido, hablar sobre reggaetón, salsa y las raíces africanas en la música cubana.
De repente, gritos de fondo. Pánfilo, un hombre normal, en evidente estado de embriaguez, se mete en medio de la grabación y copa todo el protagonismo de la pantalla. “Aquí lo que hace falta es jama” (comida en argot cubano) “¡Jama! Aquí hay tremenda hambre” Una y otra vez. “¡Jama!”. Y otra, y otra.
YouTube convertido en la sala de los juicios públicos universales congregó delante del video famélico de Pánfilo a 450.000 personas. Para que nos vamos a engañar, entre el “morao” del tipo y la cara de consternado del sabio de la música nos descojonamos todos de aquella situación sin ver más allá.
El grito de hambre y de verdad de Pánfilo reventó las redes. Reventó Miami y a la disidencia. También reventó a los Castro a los que no les hizo tanta gracia. Pánfilo fue acusado de “desvinculación laboral”, vamos, de vagabundo y vago y fue condenado a 2 años de prisión en una sentencia inapelable.
Aquel grito de hambre todavía retumba en Internet y en la cabeza de miles de cubanos que no entienden de políticas, embargos ni revoluciones. Lo único que les importa es que la “jama y el money no falten, asere”·.
El cubano tiene una segunda capa de piel que parece le protege contra la pobreza, las penalidades, bloqueos y dificultades. Esa mentalidad les convierte en supervivientes natos. Mientras los despachos se llenan de buenas palabras, mientras los gobiernos defienden sus revoluciones y contrarrevoluciones, Pánfilo, o alguien como él, no dudará en cruzar en balsa hacia Florida, o cruzar media América vía Colombia, Panamá o Costa Rica como reza en la foto de The Objective, hasta llegar a los Estados Unidos y no morir en el intento. “Jama, asere. Lo que hace falta es jama”.