Santa Claus lo sabe
Santa Claus lo sabe todo. Hasta lo que tú realmente quieres. Aunque pongas cara de que no te gusta, en el fondo lo quieres. Y Santa Claus lo sabe.
Santa Claus lo sabe todo. Hasta lo que tú realmente quieres. Aunque pongas cara de que no te gusta, en el fondo lo quieres. Y Santa Claus lo sabe.
Lo que sabe es que te quieres comprar un arma en una tienda que se llama Blackstone, donde te ofrecen, además, disparar, entrenarte y divertirte.
Parece que en Estados Unidos es muy fácil comprar un arma. Luego sales a la calle, tienes un pequeño accidente de tráfico, discutes con el otro, que, por casualidad, ha estado por la mañana en la misma tienda que tú, y se organiza una balacera entre dos personas que, antes de salir de casa, han desayunado con los niños, los han llevado al colegio y trabajan en dos empresas normales haciendo un trabajo normal.
Debe ser muy difícil reducir el comercio de armas.
Hay mucha gente implicada: los fabricantes de armas, los fabricantes de munición, los que trabajan en esas empresas, Hacienda que cobra los impuestos correspondientes…y así hasta Adams, que hace la publicidad y encarga los carteles a uno de su pueblo.
Mucha gente. Mucha facilidad. Basta con ir por la autopista y tomar la salida 9 C.
Y, con una cierta frecuencia, el propietario del arma se lleva por delante unas cuantas personas. 14 en San Bernardino. No hicieron nada. Simplemente, estaban o pasaban por allí.
Seguramente es difícil hacer una campaña presidencial tocando ciertos temas -en este caso, las armas- que te pueden costar votos, en Estados Unidos y en otros sitios mucho más cercanos.
Algún tema de estos puede ir contra tus principios, contra lo que tú querrías para tu familia. Pero los votos son los votos y tú te lo callas, y defiendes lo contrario de lo que, en teoría, consideras que deberías defender.
Pero Santa Claus lo sabe.
Y tu conciencia, también.