Newton ¿tú también?
Diciembre es un mes que se presta al balance, al resumen o a tonterías similares, puedo afirmar, incluso, que llegado el caso se podría cambiar su nombre por el de ‘Gráfico’: Octubre, Noviembre y Gráfico. Tal vez me adelanto a los nuevos tiempos que están a la vuelta del algún exabrupto.
Diciembre es un mes que se presta al balance, al resumen o a tonterías similares, puedo afirmar, incluso, que llegado el caso se podría cambiar su nombre por el de ‘Gráfico’: Octubre, Noviembre y Gráfico. Tal vez me adelanto a los nuevos tiempos que están a la vuelta del algún exabrupto.
Lo dicho viene a cuenta de la predicción que hiciera Isaac Newton acerca del fin del mundo y que tras un sesudo análisis (Biblia mediante) del libro de Daniel, el matemático británico concluyó que tendría lugar en el año 2060 ¡Eso sí que será un cambio climático!
No obstante, debo confesar que tras el chasco que supuso la estafa del efecto 2000, (aún estoy pagando las actualizaciones) no soy muy proclive a los encantos de las trompetas de Jericó. Me decanto por el Jazz a media tarde.
Pero como no conviene cerrar las puertas al conocimiento que se esconde tras las sombras, he pensado que en esta ocasión, tal vez, el asunto podría tener elementos creíbles. Newton es de fiar y seguro que más conocido que ese tal Kant.
Así que con cuarenta y cinco años por delante me he puesto a la tarea de arreglar algunos asuntillos que vivían plácidamente en el fondo del cajón. Esos quehaceres que se han ido acumulando desde la pubertad revoltosa hasta que me dieron a probar la absenta, asegurándome que era un tónico anisado muy bueno para la tos.
Llevo unos días tan ajetreados, de idas y venidas, ordenando anaqueles y desfaciendo algún que otro entuerto, que casi olvido que la Navidad ha llegado y con ella, sólo me quedan cuarenta y cuatro años de nada para arreglar mi existencia: Hacer las paces con el cosmos mientras relajo cuerpo y espíritu junto a la chimenea.