...Tensionar... ¡hasta que estalle!
No podía tardar. Un marxista de 17 años revienta la cara al presidente Rajoy en plena calle. «Tensionar» como arma electoral fue la estrategia de Zapatero. Castejón la elevó a límites de debate macarra, olvidando que la violencia física empieza con la violencia verbal. Tradiciones que parecían historia hasta que zapatero se declaró “rojo” abriendo ese revisionismo histórico: Guerra Civilista.
No podía tardar. Un marxista de 17 años revienta la cara al presidente Rajoy en plena calle. «Tensionar» como arma electoral fue la estrategia de Zapatero. Castejón la elevó a límites de debate macarra, olvidando que la violencia física empieza con la violencia verbal. Tradiciones que parecían historia hasta que zapatero se declaró “rojo” abriendo ese revisionismo histórico: Guerra Civilista.
Avalan a la tensionada izquierda ibérica, cuatro presidentes de gobierno asesinados; Eduardo Dato, Antonio Cánovas, Carrero Blanco y José Canalejas. También dos atentados contra jefes de la oposición: el asesinato de Calvo Sotelo por el PSOE y el atentado a Aznar.
Tras unas elecciones municipales fraudulentas que ganó la derecha, la II República no trajo paz sino más tensión. A tres semanas de inaugurarse el “democrático régimen” ardían más de 100 iglesias por toda España. Azaña negaba detener los saqueos. “Todos los conventos de España no valen la vida de un republicano”. El “vandalismo rojo” tomó el régimen, azuzado por una izquierda bolchevique, 17 años antes victoriosa en Rusia. No sigo, los libros de historia hablan solos.
Las revueltas sociales, asaltos a sedes del PP, intento de linchamientos a sus líderes (13M) se apaciguaron tras ganar Zapatero, que dejó España arruinada. Tras llegar al poder Rajoy, solo en 2012 Madrid soporto 3.500 vandálicas manifestaciones y escraches de izquierda, ninguna contra los responsables de la crisis: el PSOE y los sindicatos, corruptos hasta decir basta.
Quienes movieron el 13M en 2004 agitaron también el 15M en 2012, financiados desde Venezuela:
«Pido disculpas por no romper la cara a todos los fachas con quienes discuto en televisión. Pero yo creo que fachas no faltan en este país. Quizás cuando acabemos con esta charla en lugar de mariconadas del teatro nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria que es lo que merecen».