Infoxicados
Según una investigación universitaria llevada a cabo en 2015 y publicada en el portal PLOS One, las personas pasamos un promedio de cinco horas diarias con nuestros smartphones y otros dispositivos móviles. Si a eso le sumamos que una persona promedio que reside en una ciudad, recibe un impacto estimado de 3.000 ofertas publicitarias diarias incluyendo los canales on-line y los off-line, el resultado es abrumador. Con la expansión de las nuevas tecnologías y la proliferación de medios y plataformas digitales, en pocas décadas hemos pasado de un defecto de información a un exceso de la misma. Tan sólo en 2012 el promedio de tiempo pasado con el dispositivo móvil no llegaba a tres horas, tiempo que no ha hecho más que aumentar con la oferta de más dispositivos, apps y plataformas a cuál más atractivo. Lo difícil no es encontrar, sino retener y procesar tanta información.
Según una investigación universitaria llevada a cabo en 2015 y publicada en el portal PLOS One, las personas pasamos un promedio de cinco horas diarias con nuestros smartphones y otros dispositivos móviles. Si a eso le sumamos que una persona promedio que reside en una ciudad, recibe un impacto estimado de 3.000 ofertas publicitarias diarias incluyendo los canales on-line y los off-line, el resultado es abrumador. Con la expansión de las nuevas tecnologías y la proliferación de medios y plataformas digitales, en pocas décadas hemos pasado de un defecto de información a un exceso de la misma. Tan sólo en 2012 el promedio de tiempo pasado con el dispositivo móvil no llegaba a tres horas, tiempo que no ha hecho más que aumentar con la oferta de más dispositivos, apps y plataformas a cuál más atractivo. Lo difícil no es encontrar, sino retener y procesar tanta información.
La pregunta es: estamos más informados, pero ¿también mejor informados? La respuesta es no. La infoxicación, ese exceso de información que nos ataca a unos sí y a otros también – menos a los renegados digitales, que siguen viviendo en la época de los dinosaurios- nos ha llevado al colapso al estilo de una huelga japonesa. Un exceso de información nos tiene tan informados como no enterarnos de nada; algo que hace tiempo debieron descubrir los más avezados estrategas en comunicación. Consumir información basura en cantidades industriales nos deja tan aturdidos que somos incapaces de poder analizar lo que se dice, cómo se dice o enterarnos de otras cosas que están pasando que nos incumben más.
Dicen que la manera más efectiva de esconder un cadáver es en la segunda página de Google. Igual debemos empezar por ahí para buscar qué hay detrás de noticias que nos cacarean a todas horas, pero no acabamos de ver ni el huevo, ni la gallina.