Flores para Hitler
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf”, aunque nos debería bastar el poema de Leonard Cohen “Todo lo que hay que saber sobre Adolph Eichmann”.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf”, aunque nos debería bastar el poema de Leonard Cohen “Todo lo que hay que saber sobre Adolph Eichmann”.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf” mientras los refugiados enloquecen y violan a todas las muchachas, de dos a dos, de tres en tres, haciendo de la estación de Colonia la zona cero de un nuevo tipo de sed fáunica islámica y desbordada.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf” mientras llega el invierno tarde y mal y los almendros mallorquines florecen con la solemne delicadeza de un sueño perdido.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf”: un día el bebé de Carolina Bescansa será un veinteañero espigado que entrará en una librería de lance y ni sospechará el revuelo que causó que se diera permiso para volver a editar el libro maldito que tiene entre sus manos.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf” mientras Carles Puigdemont, el President de Playmobil (al menos en lo tocante al peinado) nombra embajadores catalanes en Malawi, en el Aconcagua, donde sea, embajadores como pequeños patitos de goma, en cajitas de media docena.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf” y nadie acierta a decir que David Bowie era un coñazo sobrevalorado, mal cantante y peor músico, un piernas que acertó a cabalgar en todas direcciones, huyendo siempre hacia delante, con sus pómulos eslavos y una cajita de arañas marcianas.
Se publica una versión crítica de “Mein Kampf” mientras Jo Stafford suena cantando a los hermanos Gershwin y Pedro Sánchez culebrea por un bosque de mondadientes, como un elfo garbancero, queriendo pactar con el futuro de color hormiga, exactamente el mismo futuro que va a triturar su carrera política antes de Semana Santa.