Los mundos de Pixar
No pierdo la esperanza, sigo teniendo fe en el ser humano. En el mundo, existen, sin duda, muchas más personas buenas que malas. El bien absoluto no existe, tampoco el mal absoluto. Sucede, en cambio, que aquellos que actúan guiados por el odio, abusan e imponen sus ideas sin respetar a sus semejantes y hacen demasiado ruido.
No pierdo la esperanza, sigo teniendo fe en el ser humano. En el mundo, existen, sin duda, muchas más personas buenas que malas. El bien absoluto no existe, tampoco el mal absoluto. Sucede, en cambio, que aquellos que actúan guiados por el odio, abusan e imponen sus ideas sin respetar a sus semejantes y hacen demasiado ruido.
Los que optan por realizar buenas acciones, la mayoría, caminan entre la hostilidad y el estruendo de la minoría de voceros que intentan acallarles. Y, así, de esta manera tan alejada de la buena educación, del debido respeto hacia los demás, se va dibujando un triste panorama manchado de rojo por la sangre de las guerras, vestido de negro por el duelo de la aniquilación y destrucción de los derechos humanos.
La pasada semana, en la capital de España, pudimos asistir a otro triste episodio, uno de esos que hacen preguntarnos por qué, algunos, se empeñan en no alejarse del mal (en este caso, un mal, casi absoluto). El titular que dejó la repugnante y execrable acción de estos indeseables, lo dice todo: «Títeres apuñalados y violados y ‘goras’ a ETA en un espectáculo del Carnaval de Madrid que acaba con 2 detenidos»
Aquel espectáculo dantesco se escenificó ante una audiencia tan inocente como alejada del mal que allí se les estaba representando. Niños y niñas de tan solo cinco años de edad preguntaban a sus padres, asombrados, qué era lo que hacían esos muñecos de trapo. Ningún padre, pudo explicarles a sus hijos lo que, atónitos, contemplaban. Era el mal absoluto.
Ahora, toca actuar a la Justicia, será la que se encargue de volver a equilibrar la balanza del bien, al menos, mediante la imposición de las posibles penas que correspondan a esos hechos, presuntamente delictivos, que llevaron a cabo aquellos desalmados.
Pero, más allá de la corrección que, sobre este caso, puedan realizar los operadores de la justicia, tenemos que lanzar, ya, un mensaje positivo y de esperanza para todos los niños que vieron y oyeron esas atrocidades.
Aprovechando que estos días se celebra el 30 aniversario del nacimiento de la productora de animación, Pixar, rescatemos y traigamos algunos de los valores que estos personajes de ficción siempre han transmitido no solo para los más pequeños, también para los mayores: Hacer el bien, tener espíritu de compañerismo, de humildad, de sacrificio, de honestidad…
Ojalá, ningún niño, en ningún lugar del mundo, tenga que volver a asistir a la escenificación del mal. ¡Vivan los valores de los mundos de Pixar!