THE OBJECTIVE
Jose Luis S. Saliquet

Visiones goyescas

«Desde esta misma ventana vio mi amo los fusilamientos con un catalejo en la mano derecha y un trabuco cargado con un puñado de balas en la izquierda. Si llegan a venir los franceses por aquí, mi amo y yo somos otros Daoiz y Velarde.» Relata Isidro, sirviente de D. Francisco de Goya y Lucientes, testigo de aquel trágico 2 de mayo, donde la nación, “los españoles” pusimos en alto lo que nuestros reyes en Bayona habían arrastrado por el lodazal de su mezquindad, nuestra soberanía.

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Visiones goyescas

«Desde esta misma ventana vio mi amo los fusilamientos con un catalejo en la mano derecha y un trabuco cargado con un puñado de balas en la izquierda. Si llegan a venir los franceses por aquí, mi amo y yo somos otros Daoiz y Velarde.» Relata Isidro, sirviente de D. Francisco de Goya y Lucientes, testigo de aquel trágico 2 de mayo, donde la nación, “los españoles” pusimos en alto lo que nuestros reyes en Bayona habían arrastrado por el lodazal de su mezquindad, nuestra soberanía.

Goya fue quizás el más grande pintor que dio España a la humanidad. Crítico con una realidad que plasmó, dejó un impagable cuadro de la época que vivió. La hipocresía del poderoso, nuestra traidora corona, el cainita populacho, nuestro arrojo taurino, o la picaresca de la nobleza más lozana no escaparon a su ojo, su pluma heterosexual y hasta su lecho. “La maja desnuda” conoció su pincel en lo más profundo de su cuerpo, elevando a “Grande de España” quien por su excelencia lo mereció.

El paralelismo de titular con su nombre la excelencia de nuestra cinematográfica pintura, es un cínico acierto que aplaudiría. En una bastarda imitación de lo que los Oscar son, España con “Paco” se retrata hoy. America premia innovación, iniciativa, inversión y riesgo, creatividad, tesón y trabajo, empleo y profesionalidad. Tributan la excelencia. El premio es el éxito, la fama y la riqueza. El maldito capitalismo en estado puro.

Nuestros Goya son una corrala hortera, hoguera progre de vanidades, cínica camarilla mantenida, ataviados de smoking y caviar burgués y subvención pública, mediocres absolutos, de ideologizado y obtuso cine, abandonado por la audiencia, perduran de modo endogámico auto laureándose. Emulando a Tarantino «lamiéndose las pollas» Desde su superioridad ideológica te mirarán displicentes, pisando la alfombra roja, cual retrato goyesco familiar de Carlos IV. Paga “la gente”.

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