Un imán, dos matices y un Gobierno
La persona que ven en la foto, Oussama El-Saadi, es un imán danés, vinculado a una mezquita de Aarhus (Dinamarca), y es noticia por haber pedido al Gobierno del país que acepte los matrimonios que algunos de los refugiados llegados a Dinamarca tienen con menores. Antes de llevarnos las manos a la cabeza, recordemos que en España y hasta 2013 la edad mínima para contraer matrimonio era de 14 años –ahora es de 16-. La edad de consentimiento sexual en España, por cierto, es de 16 años… Desde 2015. Antes era de 13.
La persona que ven en la foto, Oussama El-Saadi, es un imán danés, vinculado a una mezquita de Aarhus (Dinamarca), y es noticia por haber pedido al Gobierno del país que acepte los matrimonios que algunos de los refugiados llegados a Dinamarca tienen con menores. Antes de llevarnos las manos a la cabeza, recordemos que en España y hasta 2013 la edad mínima para contraer matrimonio era de 14 años –ahora es de 16-. La edad de consentimiento sexual en España, por cierto, es de 16 años… Desde 2015. Antes era de 13.
Ahora bien, conviene añadir dos matices a la noticia. Y ninguno de ellos, por si quedan susceptibles, ampara el matrimonio forzado de menores con adultos: lo que es una salvajada lo es independientemente de la latitud y la longitud en la que se dé. Pero antes de llevarnos –de nuevo- las manos a la cabeza, es preciso subrayar que la propuesta al Gobierno danés la hace un imán. No el conjunto del islam en Dinamarca. Sólo un imán, que se arroga la potestad de hablar en nombre de los refugiados que llegan al país. No es un portavoz de los refugiados. No es un cargo representativo revestido de oficialidad. No caigamos en la tentación de la sinécdoque para ampararnos en prejuicios.
El segundo matiz es que la muy loable intención del Gobierno danés, expresada por la ministra de Integración -que quiere evitar que “esas niñas no sean forzadas a vivir en una relación con un adulto en nuestros centros de asilo”-, llega semanas después de que ese mismo Gobierno decidiera despojar a los refugiados de sus posesiones de valor. “De esa manera los refugiados están en las mismas condiciones que los desempleados que tienen que vender parte de sus propiedades”, sentenció el primer ministro Rasmussen. Y aunque la gravedad de la materia es muy dispar, es bueno no olvidar que en este asunto no hay riesgo de sinécdoque. Que sí es el Gobierno danés, la representación del país, el que decidió pauperizar a los desposeídos.
Y aunque la gravedad de la materia –insisto- es dramáticamente dispar, no olvidemos nunca que la humanidad no es una cuestión selectiva. No es para unos asuntos y no para otros. O es una constante, o no es humanidad.