El polvo
León Felipe escribió una vez: “¿Por qué habéis dicho todos que en España hay dos bandos, si aquí no hay más que polvo?”.
León Felipe escribió una vez: “¿Por qué habéis dicho todos que en España hay dos bandos, si aquí no hay más que polvo?”.
A propósito de la guerra civil, León Felipe escribió una vez: “¿Por qué habéis dicho todos que en España hay dos bandos, si aquí no hay más que polvo?”. Y era cierto, la Estación Espacial Internacional nos ha delatado. Estos días, una neblina arenosa hace las veces de cielo en Madrid, no sabemos si como preludio del pleno de investidura que se nos anuncia.
Sin embargo, algo ha cambiado en España. El centro y la izquierda moderada se han dado la mano y se han sentado a hablar de reformismo, de despolitizar la Justicia, de remozar las instituciones, de engalanar la Constitución y sacarla toda guapa, del brazo, a tomar el vermut. Del futuro, vaya.
Decía Spengler que los griegos y romanos eran incapaces de sentir el tiempo. Que vivían atrapados en una sucesión de presentes sin vocación de mañana, como afectados por una miopía histórica. Lo que distingue al moderno Occidente de sus ancestros es, pues, su afán de proyección. Y parece que, por fin, también en España, nos hemos puesto las gafas de lejos.
El PSOE y Ciudadanos se han sentado a la mesa para hablar del país que quieren dentro de cuarenta años. Pero 130 nunca son multitud. Hace falta el concurso del PP o de Podemos. Esperemos que, cuando se disipe el polvo atmosférico, no adivinemos de nuevo, subiendo la Carrera de San Jerónimo, dos bandos enfrentados. Ojalá que Pablo Iglesias y Rajoy no se despierten el domingo, de resaca, y descubran con horror, bajo la misma sábana, que la fiesta se les fue de las manos.