Para acabar con los secuestros
El secuestro es una acción criminal tan prepóstera como la piratería o la venta de esclavos. Subsiste residualmente en nuestro tiempo como tantas otras cosas periclitadas. La codicia y la crueldad humanas no tienen límite. El problema está en cómo deshacerse de ese vestigio de otros tiempos. Solo se me ocurre un remedio: no pagar nunca por un secuestro. Naturalmente, el consejo no se debe imponer a los familiares de la persona secuestrada, pero sí se puede ir creando un ambiente, una nueva moral. El razonamiento es que el pago de un rescate puede resolver un caso particular, pero incita a nuevos raptos.
El secuestro es una acción criminal tan prepóstera como la piratería o la venta de esclavos. Subsiste residualmente en nuestro tiempo como tantas otras cosas periclitadas. La codicia y la crueldad humanas no tienen límite. El problema está en cómo deshacerse de ese vestigio de otros tiempos. Solo se me ocurre un remedio: no pagar nunca por un secuestro. Naturalmente, el consejo no se debe imponer a los familiares de la persona secuestrada, pero sí se puede ir creando un ambiente, una nueva moral. El razonamiento es que el pago de un rescate puede resolver un caso particular, pero incita a nuevos raptos.
Lo que sí se puede establecer de forma obligatoria es que los rescates nunca se hagan con dinero público. Todavía peor es que el pago a los secuestradores por parte del Estado se convierta en un motivo de congratulación, de éxito político. Por desgracia, es algo bastante corriente, pero llena de vergüenza a los contribuyentes y de oprobio a los políticos.
Soy consciente de que la opinión expuesta, tan descarnada, va a encontrar muchas críticas y rechazos. La van a considerar despiadada, egoísta. Habrá quien arguya que es muy fácil hablar así, pero que otra sería mi moral si se tratara de que yo mismo fuera el secuestrado. Pues bien, mis familiares más cercanos lo saben: en caso de que me secuestrara algún malvado, no deben pagar ningún rescate. Más me costaría la decisión de no pagar yo el rescate por el secuestro de algún familiar o amigo cercanos, pero el principio ético sigue siendo el mismo.
Una banda criminal que practique secuestros debe ser exterminada con todos los medios nacionales e internacionales. No se debe dialogar con ella, ni mucho menos llegar a acuerdos o componendas.