¡La felicidad un ladrillo!
Alguien nos está tomando el pelo y quiere juntar una pintoresca foto con una encuesta, para pretender convencernos de que los trabajadores de India son los más felices del mundo.
Alguien nos está tomando el pelo y quiere juntar una pintoresca foto con una encuesta, para pretender convencernos de que los trabajadores de India son los más felices del mundo.
A menos que esos señores estén drogados, burlándose del fotógrafo, o fingiendo, nadie nos convence de que trabajar largas horas en alfarerías movidas a leña, con el polvo de arcilla incrustado hasta en las cavidades donde una vez hubo dientes, son unos tipos felices.
A cada viaje cargan al menos 14 kilos de ladrillos en la cabeza, con una esbeltez digna de menor esfuerzo. Sus poros, y seguramente sus pulmones, están tapizados de ese polvito ocre, que a muchos recuerda el color de las canchas de tenis en Roland Garros.
Sus sonrisas de cuencas vacías, sus pieles surcadas por el barro y el sudor, seguramente desde que eran niños, desencajan con la supuesta alegría de trabajar de sol a sol para conquistar para la India ese dudoso palmarés.
Que me perdonen los de Endred-Ipsos, pero nadie les cree ese cuento. Eso de venir a entrevistar a 15.000 personas en 15 países, para anunciar que el 71% de los trabajadores del mundo están satisfechas con su vida laboral, es lo mínimo un vil ejercicio de reduccionismo. Sobre todo si hablan de India, donde 1.000 entrevistados en una población de 1.251 millones de personas es poco menos que una lágrima en el Ganges.
Hasta las preguntas y respuestas son impertinentes para la foto: ambiente de trabajo, “el nivel de aprecio que sienten como profesionales”, y la satisfacción emocional que les brinda su trabajo, los llevan a elegir a uno de los países más empobrecidos del mundo como el de la gente más feliz en cada jornada.
Otras encuestas y otros nefastos rankings desnudan esa realidad: quien nace en India puede esperar vivir sólo 68,3 años, el lugar 163 entre 224 países estudiados por entidades como el Banco Mundial y la OMS.
La mitad de los indios no tienen viviendas adecuadas, el 70% no tiene servicios sanitarios; 35% no tiene agua corriente, y en el 85% de las villas no hay escuelas secundarias.
En India está el tercer mayor contingente de enfermos de HIV/Sida en el mundo y los riesgos de sufrir graves enfermedades infecciosas son muy altos. Cuatro de cada 10 niños menores de cinco años está desnutrido.
Con estas cifras que matan, habría que ser medio masoquista para ser un trabajador feliz por esas tierras, a menos que estés en una trasnacional de alta tecnología.
Pero los de la foto…a menos que sean una especie de Sísifo, ignorantes de su tragedia, condenados a subir la misma piedra cada mañana por unas cuantas rupias, hasta la eternidad de una vida efímera, de sonrisas sin dientes.