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El fútbol, maravilloso por tantos motivos

Aún no se había cumplido el minuto 10 y la final ya se había cobrado tres o cuatro comentarios para la eternidad. El mejor no había sido de Arcadi sino de Patricia: «Las imágenes recuerdan a un videojuego». La disposición de las cámaras y algunos de los barridos, en efecto, remedaban la omnisciencia subbuteo de un FIFA o un PRO, como si la retransmisión prefigurara la posibilidad de que, a no mucho tardar, la realización corra a cargo del espectador. El fútbol es sobre todo su conversación, o, por decirlo a la manera de Valdano, su arrabal de elocuencia. Guardiola no se anduvo con circunloquios: «Sólo hay una cosa que me gusta más que jugar al fútbol: hablar de fútbol».

Opinión
  • Me fogueé en la revista El Ciervo a principios de los noventa y, tras un largo periodo dedicado a la edición en sus múltiples facetas, fundé una editorial, Tentadero, que fracasó por todo lo alto, dejando tras de sí cuatro obras hoy inencontrables, entre las que destaca Ebro/Orbe, de Arcadi Espada. Retomé el periodismo como redactor jefe del periódico Factual, semillero de modernidad que no resistió la crisis de 2009. Soy autor del dietario ‘Libre directo’ y, con Iñaki Ellakuria, de ‘Alternativa naranja’, crónica de la génesis y ascenso de Cs. Desde 2020 vivo en Madrid, terra d’acollida.

Aún no se había cumplido el minuto 10 y la final ya se había cobrado tres o cuatro comentarios para la eternidad. El mejor no había sido de Arcadi sino de Patricia: «Las imágenes recuerdan a un videojuego». La disposición de las cámaras y algunos de los barridos, en efecto, remedaban la omnisciencia subbuteo de un FIFA o un PRO, como si la retransmisión prefigurara la posibilidad de que, a no mucho tardar, la realización corra a cargo del espectador. El fútbol es sobre todo su conversación, o, por decirlo a la manera de Valdano, su arrabal de elocuencia. Guardiola no se anduvo con circunloquios: «Sólo hay una cosa que me gusta más que jugar al fútbol: hablar de fútbol».

Estos días se disputa en Francia la Eurocopa, que por primera vez en mucho tiempo no se halla arropada por las crónicas de Santiago Segurola, en paro desde mediados de mayo. Que despidan a Segurola un mes antes de una Eurocopa (y dos meses antes de unos juegos olímpicos: nadie relata los 100 metros como él, del que se diría que los corre al lado del ganador) es como si hubieran despedido a Joaquín Vidal un mes antes de San Isidro. Equivale, exactamente, a arrebatar a los lectores la conversación más fértil que el fútbol es capaz de generar. Pero ya se sabe que el periodismo de hoy en día puede con todo. A condición, claro, de dejar de ser periodismo. Le he preguntado sobre ello a Segurola a través de Facebook, aunque en verdad lo que quería era darle un abrazo de Bilbao.

-Esta Eurocopa es el primer gran campeonato de fútbol en mucho tiempo en que no disfrutaremos de tus crónicas. ¿Recuerdas cuál fue la primera que cubriste? ¿Cómo lo estás llevando? He crecido con tus textos y tu ausencia de primera línea me parece una muy mala noticia para el periodismo. Gracias por todo.

-Aunque escribí de fútbol en La Gaceta del Norte y El País desde mediados de los años 80, acudí a Italia para cubrir mi primer Mundial en 1990. Desde entonces he cubierto todos. Como España no se clasificó para el torneo del 92, mi primera Eurocopa fue Inglaterra 96, maravillosa por tantos motivos. Muchísimas gracias a ti.

Pero estábamos en la final de la Champions. La pelota está en el punto de penalti y hacia ella van Juanfran y Arcadi.

-Hum, un personaje del Greco. Fallará.