Monstruos
Desconozco si la mano sucia y débil que ha captado en su imagen Jorge Adorno es la de Thierry Darantiére, otro monstruo que ocupa escaparate mediático. Lo que me ha impresionado y repugnado no han sido sus dedos, ni sus uñas, ha sido la historia terrible de este animal abusador de menores. Otro más.
Desconozco si la mano sucia y débil que ha captado en su imagen Jorge Adorno es la de Thierry Darantiére, otro monstruo que ocupa escaparate mediático. Lo que me ha impresionado y repugnado no han sido sus dedos, ni sus uñas, ha sido la historia terrible de este animal abusador de menores. Otro más.
Thierry tiene 52 años, es francés, católico, ya ex director de una casa de retiro, y trabajó durante años en campañas humanitarias. Ahora ha confesado ante un Tribunal haber abusado sexualmente de 66 menores de entre 7 y 17 años, que se le acercaban “cuando estaba en la playa o montando en bicicleta”. Los hechos ocurrieron entre 2002 y 2011 en Sri Lanka, Túnez y Egipto, países donde se presentaba como colaborador en ayudas humanitarias.
Se presentaba como un ángel, ayudaba a construir escuelas, o a recobrar la vida tras el tsunami y otras actividades benefactoras similares. Pero en realidad esa era su cobertura para dar salida a sus instintos depredadores, él era el tsunami en la vida de muchos niños a quienes reventaba el alma para siempre violentando su sexualidad.
Se ha autodescrito como “bisexual con tendencia a la pedofilia, enfermo y víctima de pulsiones”. Los informes psiquiátricos no han detectado en él ninguna enfermedad mental. No soy psicólogo ni psiquiatra. Pero estos tipos me generan una repulsión inevitable. Este canalla está preso y espero que no salga. Lo que me preocupa son los muchos canallas como él que viven en plena libertad, al acecho de su siguiente víctima. Son muchos. Y se hace poco, mucho menos de lo debido, por proteger a los menores en todo el mundo de estas alimañas. De estos monstruos.