Por dinero no será
A estas alturas, los lectores habituales de El Subjetivo ya habrán adivinado cómo funciona la sección. Los todólogos que rondamos por aquí escogemos una de las fotonoticias que encabezan The Objective y escribimos a partir de ella una columna de opinión. El enfoque es libre, pero la foto ha de ser de forma obligatoria una de las que aparecen en la portada de la revista.
A estas alturas, los lectores habituales de El Subjetivo ya habrán adivinado cómo funciona la sección. Los todólogos que rondamos por aquí escogemos una de las fotonoticias que encabezan The Objective y escribimos a partir de ella una columna de opinión. El enfoque es libre, pero la foto ha de ser de forma obligatoria una de las que aparecen en la portada de la revista.
Y ahí empiezan los problemas. Abro The Objective y me encuentro con la primera fotonoticia. “El Estado Islámico reivindica el ataque con coche bomba que deja más de 165 muertos en Bagdad”. ¿Otra vez terrorismo islámico? Nada, nada, ya he escrito demasiadas veces sobre el tema. Pasemos a la siguiente noticia. “El modus operandi de los terroristas de Bangladesh para matar sólo a los extranjeros”. Siguiente. El caos provocado por la incompetencia de una compañía aérea cualquiera. ¿Dónde está la noticia? Paso a la siguiente foto. “La activista iraní Narges Mohammadi inicia una huelga de hambre en prisión”. Tres o cuatro noticias más allá, más terrorismo islámico: “Ataque terrorista en un restaurante de Bangladesh deja 20 rehenes muertos”. Otra noticia más allá: “Multitudinaria manifestación de odio hacia Israel y Estados Unidos en Teherán”. Sigo deslizando el dedo sobre la pantalla del móvil y aparece esto: “Identificado el cerebro de los atentados en el aeropuerto de Estambul”.
Aquí nos podemos poner intensos y académicos y discutir sobre el sesgo del periodismo occidental, sobre prejuicios culturales o sobre qué es noticia y qué no lo es. Pero tampoco nos vamos a engañar: el islam lleva décadas demostrando una y otra vez y otra su incapacidad para relacionarse con el resto del mundo, y no digo “con la civilización” para no ofender, a través de otro medio que no sea el odio, la represión y la muerte. Hablar de política, o de cultura, o de ciencia islámica es a día de hoy un acto de fe consistente en escoger un hecho anecdótico y estirarlo, retorcerlo y deformarlo hasta convertirlo en categoría. “Mira, mira: aquí hay un leve rastro de aroma a humo de esencia de algo que en Occidente pasaría desapercibido pero que puede servir para justificar la idea de que el islam tiene espacio en el siglo XXI”.
Y no: a día de hoy no lo tiene. En cualquier caso, es su elección. China ha dado el salto desde el primitivismo comunista al capitalismo de Estado, ese mal menor, en apenas veinte años y no veo motivos por los que el islam no podría avanzar desde su actual Edad Media hasta 1700 o 1800 en un plazo de tiempo similar. Desde luego, por dinero no será.