Convivir con la pesadilla
El terror ha golpeado de nuevo una ciudad europea. Todavía faltan muchos datos sobre este atentado que se ha cobrado la vida de más de 80 personas. La pesadilla se renueva: imaginar el dolor es casi insoportable y al mismo tiempo ineludible. También tiene algo de repetición. Muchas reacciones son previsibles: el debate sobre las imágenes de las víctimas, los que denunciarán hoy que se hablara menos del atentado de hace unos días en otro país, los que atribuyen la masacre a la política occidental que menos les guste, la paranoia justificable y quienes alertan de los peligros del miedo.
El terror ha golpeado de nuevo una ciudad europea. Todavía faltan muchos datos sobre este atentado que se ha cobrado la vida de más de 80 personas. La pesadilla se renueva: imaginar el dolor es casi insoportable y al mismo tiempo ineludible. También tiene algo de repetición. Muchas reacciones son previsibles: el debate sobre las imágenes de las víctimas, los que denunciarán hoy que se hablara menos del atentado de hace unos días en otro país, los que atribuyen la masacre a la política occidental que menos les guste, la paranoia justificable y quienes alertan de los peligros del miedo.
Sabemos algunas cosas. Sabemos que, en días como hoy, somos un poco más europeos. Sabemos que, como ha escrito Arcadi Espada, “El terrorismo es barato. Con una pequeña economía, una pequeña logística y un pequeño cerebro uno puede convertirse en un terrorista muy completo”. Yuval Noah Harari ha explicado que el terrorismo es la estrategia del perdedor: el terrorista sabe que no puede derrotar a su adversario. Intenta provocar una reacción demasiado contundente que se vuelva contra su enemigo. El examen de su modo de operar, la racionalización y el estudio de los datos quizá no sean un consuelo en este momento, y menos para quien ha perdido algo o lo ha perdido todo. Pero nos ayudan a recordar que el terrorismo por sí solo puede hacernos mucho daño, pero no puede vencernos.