THE OBJECTIVE
Carlos Esteban

El invierno del analista político

Escribe bonito, analista. Escribe entretenido. Avanza tu propia agenda, o halaga, mercenario, a un bando poderoso. Actúa, en fin, por cualquier motivo, pero no te obsesiones con acertar.

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El invierno del analista político

Escribe bonito, analista. Escribe entretenido. Avanza tu propia agenda, o halaga, mercenario, a un bando poderoso. Actúa, en fin, por cualquier motivo, pero no te obsesiones con acertar.

Oh, acertarás, sin duda. Te pasas la vida haciendo pronósticos; si no acertaras con alguno serías un prodigio estadístico y lo tuyo sería casi tan útil como la perfecta inerrancia.

Pero si alguna vez te invade el ansia de convertirte en el profeta infalible de tu tiempo, contempla esa fotografía y desespera.

Guardo archivos renqueantes por el peso de decenas de artículos y comentarios en redes sociales de afamados politólogos y analistas sobre Trump y sus perspectivas. No me aqueja una versión digital del síndrome de Diógenes; los conservo para mirarlos como se mira la calavera en un cuadro de Valdés Leal, para recordar la futilidad de las glorias humanas.

Una de las joyas de mi colección a este respecto es un lacónico tuit de Nate Silver, ese niño prodigio de la demoscopia política, con un veredicto unívoco: Donald Trump no ganará la nominación republicana. Mira esa foto, Nate, y recuerda que eres mortal.

No hay desdoro en ello; más: no hay pérdida alguna de prestigio, la más leve mancha en el historial del opinador. Yerra en las ciencias física y estarás acabado; equivócate en la procelosa jungla de las finanzas y será tu ruina. Pero no hay castigo, ni aun menor, para el error en el irresponsable reino del análisis político. ¡Benditas ‘ciencias’ sociales,  que mantienen a Marx en su trono aunque no haya acertado jamás en nada; donde brillan los enciclopedista que nos vendieron el buen salvaje, en las que Paul Ehrlich mantiene su rango de santón laico tras equivocarse con una minuciosidad difícil de creer!

Trump no puede estar ahí, coronado en gloria y majestad, pisándole los talones a la ‘inevitable’ Hillary en las encuestas, como el ‘Brexit’ era imposible e impensable, como la entrada masiva de millones de extranjeros procedentes de culturas remotas en todos los sentidos del término en Occidente solo podía traer una multiculturalidad riente de cómic y esa diversidad de la que manan, nos aseguran desde hace décadas, beneficios sin cuento y riquezas sin fin.

El analista de éxito puede, sí, afectar una pose de bala perdida, oveja negra y hombre ‘contra mundum’. Dentro de un orden, siguiendo unas reglas invisibles pero rígidas. Y, sobre todo, el gurú debe evitar como el diablo caer en el pecado imperdonable del análisis: el sentido común, ver lo que el más idiota entre el vulgo ve, lo que tiene delante de las narices.

Siempre habrá tiempo de emplear sofisticados argumentos para excusar a la realidad por no hacernos caso.

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