La atención que merecen las mujeres
No escribo por la belleza de la foto bajo el agua de Aly Song, en la que una nadadora china dibuja es escorzo subacuático maravilloso, estético, perfecto en su definición, majestuoso en su complicación para cualquier mortal. Escribo por el fondo del asunto, esencial: las mujeres en el deporte merecen mejor atención, y ahora que son las auténticas estrellas de los Juegos hay que aprovechar el tirón.
No escribo por la belleza de la foto bajo el agua de Aly Song, en la que una nadadora china dibuja es escorzo subacuático maravilloso, estético, perfecto en su definición, majestuoso en su complicación para cualquier mortal. Escribo por el fondo del asunto, esencial: las mujeres en el deporte merecen mejor atención, y ahora que son las auténticas estrellas de los Juegos hay que aprovechar el tirón.
Majestuosas las gimnastas americanas, con Simone Biles a la cabeza. Fuera de serie nuestra Mireia Belmonte, apellido taurino para una nadadora aupada ya a la cabeza de nuestros olímpicos tras su oro en la segunda medalla que obtiene en Brasil, quizá no la última. Y las maravillosas jugadoras de baloncesto. Y las estrellas del fútbol, algunas de las cuales juegan como los ángeles. Y tantas otras.
El barón de Coubertin, creador de los Juegos Olímpicos, no las quería y se opuso hasta su último suspiro a que participarán. Tuvieron que pasar treinta años hasta que lo hicieran de verdad. Coubertin, como tantos otros machos alfa de la vida, creía que el deporte era cosa de hombres. Hay muchos como él hoy en día en muchas esferas profesionales que relegan a las mujeres. Que merecen más respeto, igualdad, y en el deporte, más atención. No me vale que ocupen portadas sólo cuando alguna o algunas consiguen una gesta o cuando alguna exhibe un cuerpazo de calendario que resuelve la primera página.