THE OBJECTIVE
Gonzalo Gragera

La Europa Olímpica

Lo propuso la periodista Berta González de Vega en su cuenta de tuiter y es una de las ideas más atractivas, por original, fresca, espontánea y sugerente, que he leído en lo que llevamos de Olimpiadas. El tema sería presentar a Europa en los Juegos Olímpicos. Pero imagino que no la Europa repartida en la multitud de sus Estados Miembros, sino otra, muy distinta, que figurara como único participante, toda unida, que concurriese en los Juegos sin otra etiqueta que la bandera azul de las estrellas.

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La Europa Olímpica

Lo propuso la periodista Berta González de Vega en su cuenta de tuiter y es una de las ideas más atractivas, por original, fresca, espontánea y sugerente, que he leído en lo que llevamos de Olimpiadas. El tema sería presentar a Europa en los Juegos Olímpicos. Pero imagino que no la Europa repartida en la multitud de sus Estados Miembros, sino otra, muy distinta, que figurara como único participante, toda unida, que concurriese en los Juegos sin otra etiqueta que la bandera azul de las estrellas.

Las Olimpiadas, como todo los eventos internacionales que generan difusión y expectación, que se emiten por la tele y que ven espectadores en todo el mundo, producen influencia. Y quizá alguna que otra lectura geopolítica: las principales potencias del mundo son las primeras en el medallero. Curioso y predecible, casi innecesaria estudiar la explicación. Dándole vueltas a esta premisa, ¿qué sería de Europa si aprovechara el potencial que se le presume para participar en estos Juegos con los mejores de cada país? Pero qué sería no sólo como excelencia para el deporte, sino también, por qué no, para consolidar y definir en Europa un conjunto de valores con los que aún no nos sentimos del todo plenos: desde vernos como la cuna de la prosperidad de la civilización hasta una necesaria cohesión cultural de todas la naciones. Fabricar un éxito global que repercutiese en un triunfo particular, y viceversa. Aportar para recibir; para entender que este tinglado no es sólo una amalgama de intereses socioeconómicos; para reducir esa conducta tan mesozoica y que llaman nacionalismo.

Aquellos valores los da el deporte, como también los da la educación –apunto que aquel no es más que una variedad de esta-. Marcus Cooper es el ejemplo de todo lo que hemos hablado. Joven –nacido en 1994- de origen británico, de nacionalidad española y ganador de un oro en la prueba de K1 1000 m, en piragüismo. Yo ahí veo libre circulación de personas, movilidad internacional, conciencia europea, riqueza, progreso, creer en que la selección de los mejores contribuye al mérito general de una sociedad necesitada de este tipo de referencias. Yo ahí veo una medalla de oro. O dos. Una para Marcus y otra para Berta.

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