Patriotismo
Crecí en Moratalaz, que es, o solía ser, el distrito con el porcentaje de población inmigrante más bajo de Madrid. Desde que me independicé, vivo entre El Carmen y Quintana, en el distrito de Ciudad Lineal, donde la población inmigrante es cuatro veces mayor que en Moratalaz.
Crecí en Moratalaz, que es, o solía ser, el distrito con el porcentaje de población inmigrante más bajo de Madrid. Desde que me independicé, vivo entre El Carmen y Quintana, en el distrito de Ciudad Lineal, donde la población inmigrante es cuatro veces mayor que en Moratalaz.
No reparé en ello hasta que alguien me preguntó si en mi barrio había muchos inmigrantes. Fue entonces cuando comencé a fijarme. Sin duda, había más que en el lugar donde me había criado. De hecho, había bastantes. ¿Cómo es posible que no lo hubiera notado hasta ese momento?
En realidad, la respuesta es fácil. Yo veía a los inmigrantes cuando iba a hacer la compra al supermercado o cuando paseaba a mi perra, en el parque. Coincidía con ellos en los bares, tomando cañas, y también cuando salía a cenar. Me los cruzaba de camino al trabajo, en el metro, cuando ellos iban también al trabajo. Veía a sus hijos salir del colegio y jugar al baloncesto en la cancha de El Calero.
En definitiva, hacían lo mismo que yo, así que no llamaban mi atención. Desde que advertí su presencia, en cambio, empecé a prestarles interés. Siguen haciendo las mismas cosas que yo, claro, qué cosas iban a hacer si no. Pero reconozco que les miro de forma distinta.
Lo hago con media sonrisa. Es el íntimo orgullo de saber que han hecho de mi casa su casa. Que mi país es también el suyo. Que han encontrado felicidad y oportunidades allá donde yo las busco. Esto es para mí el patriotismo: el deseo de resultar hospitalario.