THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

El futuro del PSOE

Si la cara es el espejo del alma, la de Pedro Sánchez está sumida en la más absoluta desolación. Los días pasados era “desgarro” la palabra con la que la mayoría de los dirigentes socialistas definían su estado de ánimo mientras Sánchez parecía sacar fuerzas de su empecinamiento y su rostro no reflejaba dolor sino rabia, ganas de pelea. Como si no fuera consciente de que llevaba a su partido al desastre. Rostro que cambió poco después de las 8 de la tarde del sábado, cuando conoció el resultado de una votación que le señalaba directamente la puerta de salida de la secretaría general del PSOE.

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El futuro del PSOE

Si la cara es el espejo del alma, la de Pedro Sánchez está sumida en la más absoluta desolación. Los días pasados era “desgarro” la palabra con la que la mayoría de los dirigentes socialistas definían su estado de ánimo mientras Sánchez parecía sacar fuerzas de su empecinamiento y su rostro no reflejaba dolor sino rabia, ganas de pelea. Como si no fuera consciente de que llevaba a su partido al desastre. Rostro que cambió poco después de las 8 de la tarde del sábado, cuando conoció el resultado de una votación que le señalaba directamente la puerta de salida de la secretaría general del PSOE.

Antes, se vivieron escenas nunca vistas en Ferraz: fuera, en la calle, escraches a quienes ponían en cuestión a Pedro Sánchez; dentro, gritos, zarandeos, lágrimas e incluso intento de pucherazo. Jamás, en los 40 años de su historia reciente, el PSOE había vivido una situación tan convulsa, tan dramática, tan dura emocionalmente. Llega la hora de preparar el futuro, de pasar página tratando de conciliar los dos bandos, palabra hiriente utilizada por Sánchez y que Javier Fernández tratará de desterrar. Llega la hora de optar por unas terceras elecciones que serían suicidas o por permitir a Rajoy que gobierne, lo que provocaría gran decepción. Llega la hora de decidir si las decisiones las toma el Comité Federal o los militantes, la hora de decidir si el PSOE quiere seguir siendo partido de gobierno o se inclina por ir de error en error hasta dejar la izquierda en manos del populismo radical.

El Pedro Sánchez de rostro descompuesto deja atrás un partido roto. Pero se trata de un partido que es capaz de sacar lo mejor de sí mismo para mantenerse donde debe estar. Siempre que sus nuevos dirigentes actúen con la inteligencia y generosidad que se les supone.

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