Si las vidas de los negros importasen
Las vidas de los negros importan es la traducción al español del nombre del movimiento Black lives matter. Por la puerta del “también” entra el “únicamente” que profesan sus impulsores. Asumen un victimismo racista; los culpables son los blancos y los policías. No negocian con la realidad, y saben que los medios tampoco lo hacen. Escogen de ella una parte muy reducida, varios casos concretos (Michael Brown en Ferguson, Christian Taylor en Arlington, Walter Scott en Charleston, Gregory Gunn en Montgomery…) y los convierten en categoría. Avivan la indignación y la redirigen hacia colectivos enteros, como la policía.
Las vidas de los negros importan es la traducción al español del nombre del movimiento Black lives matter. Por la puerta del “también” entra el “únicamente” que profesan sus impulsores. Asumen un victimismo racista; los culpables son los blancos y los policías. No negocian con la realidad, y saben que los medios tampoco lo hacen. Escogen de ella una parte muy reducida, varios casos concretos (Michael Brown en Ferguson, Christian Taylor en Arlington, Walter Scott en Charleston, Gregory Gunn en Montgomery…) y los convierten en categoría. Avivan la indignación y la redirigen hacia colectivos enteros, como la policía.
Es necesario revisar la forma de actuación de la policía. No deja de ser un sinsentido que en lo que llevamos de 2016 hayan muerto en encuentros fatales con los agentes 984 personas, según Killed by police, y que desde 2012 supere el millar los muertos al año. El crimen es práctica habitual por parte del Estado, y sólo una vigilancia constante por parte de la sociedad puede controlarlo.
Pero la mirada de Black lives matter se dirige contra cualquier actuación policial, especialmente si recae sobre un ciudadano de raza negra. Los cuerpos policiales, como el de Chicago, evitan el castigo de la opinión pública por el callado método de la inacción. El alcalde de la ciudad, el obamita Rahm Emmanuel, le dijo a la fiscal general de los Estados Unidos, Loretta Lynch, que su policía iba a bajar los brazos.
El número de intervenciones y detenciones callejeras ha caído de enero a julio, respecto del año anterior, en un 82 por ciento. Los criminales han hecho suya la calle, que vuelve a teñirse con el intenso rojo de la sangre. Cada hora y 58 minutos una persona recibe un balazo, y cada once horas se comete un asesinato. En lo que llevamos de año se han cometido 674, un 54 por ciento más que el año pasado. De estas víctimas, 501 son de raza negra, tres de cada cuatro. Si las vidas de los negros importasen, Black lives matters apoyaría la actuación de la policía.