THE OBJECTIVE
Cristian Campos

Negros con problemas de blancos

A veces, cuando me aburro, troleo a mi amiga Paula Fernández de Bobadilla con lo que ella llama “problemas de blancos”. La cosa consiste en llamarla, preferiblemente y para mayor efecto a la hora en la que acaba de beberse el segundo café de la mañana, y quejarse amargamente por alguna bobada churrigueresca. “El wifi me va lento”. “El cartero no me ha traído el pedido de Amazon a la hora pactada”. “Me han invitado a una conferencia en Londres con todos los gastos pagados pero me da pereza coger el avión”.

Opinión
Comentarios
Negros con problemas de blancos

A veces, cuando me aburro, troleo a mi amiga Paula Fernández de Bobadilla con lo que ella llama “problemas de blancos”. La cosa consiste en llamarla, preferiblemente y para mayor efecto a la hora en la que acaba de beberse el segundo café de la mañana, y quejarse amargamente por alguna bobada churrigueresca. “El wifi me va lento”. “El cartero no me ha traído el pedido de Amazon a la hora pactada”. “Me han invitado a una conferencia en Londres con todos los gastos pagados pero me da pereza coger el avión”.

Aquí han de saber que para un jerezano la sobriedad emocional es casi un imperativo ético, además de señal de buena educación, y pobre del que se lo salte para dar rienda suelta a una pena banal. Problemas lo que se dice problemas, es decir “problemas de negros”, son los de los tutsis en 1994 o los de las víctimas del Caníbal de Milwaukee. De ahí para abajo, todo lloriqueos. A veces intuyo que Paula me tiraría por un barranco, como hacían los espartanos con los recién nacidos que aparentaban flojera, si no estuviera castigado con pena de cárcel.

Problema de negros es por ejemplo el de las niñas turcas ahora que el gobierno islamista de su país ha decidido legalizar el matrimonio infantil entre abusadores y sus víctimas “si en ese abuso no ha mediado fuerza, amenaza o cualquier otra restricción al consentimiento”. Una salvajada más de un país en el que el 40% de las mujeres entre 15 y 49 años se ha casado siendo menor de edad y en el que el supuesto “consentimiento” sexual de la niña se considera disculpa suficiente para el violador. En algunas zonas rurales de Turquía no es raro que las niñas acaben casadas con algún pariente cercano, generalmente un primo, y dando a luz a niños con serios problemas de consanguinidad.

El mismo día que salió a la luz esta noticia, el diario New York Times publicó un texto de la escritora Morgan Parker titulado Cómo permanecer cuerdo siendo negro. Basta con decir que la conclusión final del artículo es que el gobierno americano debería pagarle la terapia a todos los negros por el sufrimiento inflingido a su raza.

Pero Parker no está hablando de culpas históricas, es decir del esclavismo, sino de sus penas y pesares particulares. Según ella, todos los blancos la deseamos muerta y la prueba de ello es que un chaval blanco le dijo en cierta ocasión, cuando ambos eran adolescentes, que ella no le gustaba. “¡Mirad mi Tinder!”, dice. Si Parker no liga con blancos es porque somos racistas. Que tampoco ligue con negros también es culpa de los blancos, por lo visto.

Parker, que tiene 28 años, dice sufrir a raíz de todo ello un trastorno de ansiedad y otro depresivo. “¿Cuán fuerte has de ser para querer morir, y para saber a ciencia cierta que el mundo te quiere muerta, y a pesar de eso seguir viviendo?”. Esa es una frase literal del texto y no es irónica. También dice que “algunos estudios científicos” demuestran que los traumas se graban en la sangre y en las células. Es decir que los traumas de los esclavos de hace dos siglos “sobreviven” en el cuerpo de sus descendientes de hoy en día.

Que un artículo de ese nivel haya pasado el filtro de los editores del New York Times da para otro artículo que jamás pasaría el filtro de los editores del New York Times.

Por supuesto, comparar el problema de negros de las niñas turcas con el problema de blancos de Morgan Parker sería demagógico. Pero no deja de ser curioso que tanta gente se sienta oprimida y minorizada y marginada en el único rincón del mundo (Occidente) en el que hemos logrado que hasta los negros acaben teniendo los mismos problemas idiotas que los blancos.

Dios quiera que a Morgan Parker no le vaya nunca lento el wifi porque no habrá Prozac suficiente en el planeta Tierra para mitigar tanto sufrimiento.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D