MyTO

Falla

La ex alcaldesa de Valencia se sentó en el banquillo el día 21 por un presunto ingreso de 1.000 euros al Partido Popular, que, supuestamente, le habría reintegrado el importe con dos billetes de 500. Pitufeo, le llaman. Antes, había sido repudiada por algunos de sus compañeros de partido, insultada por sus adversarios y ultrajada por la mayoría de los medios de comunicación. ¡Qué digo, mayoría, si no hubo diario ni radio ni televisión que se abstuviera de tratarla como a una leprosa! Barberá murió de un infarto el día 23, y yo me pregunto por la posibilidad de achacar la muerte a su calvario, al escrache general al que estaba siendo siendo sometida desde hacía meses.

Opinión
  • Me fogueé en la revista El Ciervo a principios de los noventa y, tras un largo periodo dedicado a la edición en sus múltiples facetas, fundé una editorial, Tentadero, que fracasó por todo lo alto, dejando tras de sí cuatro obras hoy inencontrables, entre las que destaca Ebro/Orbe, de Arcadi Espada. Retomé el periodismo como redactor jefe del periódico Factual, semillero de modernidad que no resistió la crisis de 2009. Soy autor del dietario ‘Libre directo’ y, con Iñaki Ellakuria, de ‘Alternativa naranja’, crónica de la génesis y ascenso de Cs. Desde 2020 vivo en Madrid, terra d’acollida.

La ex alcaldesa de Valencia se sentó en el banquillo el día 21 por un presunto ingreso de 1.000 euros al Partido Popular, que, supuestamente, le habría reintegrado el importe con dos billetes de 500. Pitufeo, le llaman. Antes, había sido repudiada por algunos de sus compañeros de partido, insultada por sus adversarios y ultrajada por la mayoría de los medios de comunicación. ¡Qué digo, mayoría, si no hubo diario ni radio ni televisión que se abstuviera de tratarla como a una leprosa! Barberá murió de un infarto el día 23, y yo me pregunto por la posibilidad de achacar la muerte a su calvario, al escrache general al que estaba siendo siendo sometida desde hacía meses.

Abro comillas. La ola de suicidios que motivó en España la crisis fue en verdad una cascada de crímenes de Estado. La mayoría de los suicidas, cómo ignorarlo, eran hombres a quienes la parca se les había insinuado en forma de despido, les había persuadido a rebufo de la ruina y, finalmente, les había insuflado el suficiente (des)ánimo para quitarse de en medio. Al desahucio de la vivienda, instigado por la Casta, seguía el desalojo de la vida. Digámoslo sin rodeos, sin los untuosos eufemismos con que el Sistema adultera la realidad: asesinatos. Se trataba, simple y llanamente, de asesinatos. Cierro comillas.

Y me respondo que no, que el tributo a la verdad, esto es, a la democracia, debe ir vinculado a la cautela. Entre otras razones, porque no es precisamente cautela lo que me pide el cuerpo.