Entreactos de Europa
La Unión Europea tiene sus fases cíclicas, desde sus orígenes con la Comunidad del Carbón y del Acero. Pasa por fiebres parturientas aunque al mismo tiempo se diga que el futuro será perfecto. Raras veces todos los países-miembro marcan el paso, como ocurrió con la larga transacción del tratado de Maastricht y luego, de modo más accidentado, con el fracaso del tratado constitucional. La ventaja relativa es que esos ciclos, de una manera o de otra, ejercen una sedimentación propia. El año que comienza será equiparable a otros momentos de entreacto, con los actores revisando el maquillaje en sus camerinos, el público sin mucho entusiasmo en la platea y el autor de la obra, sometido a presiones, reescribiendo el segundo acto, como seguramente habrá de hacer finalmente con el tercero, de modo que los personajes no saben en qué intríngulis van a verse cuando suene el timbre y se alce el telón después de la pausa del primer acto.
La Unión Europea tiene sus fases cíclicas, desde sus orígenes con la Comunidad del Carbón y del Acero. Pasa por fiebres parturientas aunque al mismo tiempo se diga que el futuro será perfecto. Raras veces todos los países-miembro marcan el paso, como ocurrió con la larga transacción del tratado de Maastricht y luego, de modo más accidentado, con el fracaso del tratado constitucional. La ventaja relativa es que esos ciclos, de una manera o de otra, ejercen una sedimentación propia. El año que comienza será equiparable a otros momentos de entreacto, con los actores revisando el maquillaje en sus camerinos, el público sin mucho entusiasmo en la platea y el autor de la obra, sometido a presiones, reescribiendo el segundo acto, como seguramente habrá de hacer finalmente con el tercero, de modo que los personajes no saben en qué intríngulis van a verse cuando suene el timbre y se alce el telón después de la pausa del primer acto.
Para 2017, la agenda europea descuenta iniciativas de envergadura, salvo tratamientos de consolidación, porque hay elecciones en Alemania, en Francia, en Holanda y en tal vez en Italia y el Reino Unido. El guión se está escribiendo sobre la marcha, como algunos grandes músicos compusieron la obertura de sus óperas mientras el público ya estaba entrando en la sala. A lo largo del año, sabremos si Angela Merkel sigue siendo la canciller de hierro que manda en toda Europa. Otra incógnita es Holanda: ¿puede el poder quedar en manos de Geert Wilders? Del mismo modo, en las presidenciales de Francia sigue siendo previsible que Marine Le Pen sea la más votada en la primera vuelta, con lo que el suspense le corresponde a François Fillon en la segunda vuelta. El Reino Unido e Italia son casos más aleatorios: encauzar el Brexit puede obligar a Theresa May a una convocatoria anticipada que le fuese propicia y en Italia, tras la sucesión de primeros ministros no electos, la propia dinámica llevaría a los comicios, con resultados buenos para Beppe Grillo, tan excitado por la victoria de Donald Trump.
Al referirse a una Europa cada vez más relativista, George Weigel ha recordado recientemente la idea de subsidiariedad, concebida a partir de la constatación de que toda sociedad es una complejidad de instituciones sociales que incluye el gobierno pero no se limita al gobierno, al igual que las asociaciones de la sociedad civil son capitales en la vida pública. A veces hace falta recordar obviedades. La subsidiariedad fue un elemento constitutivo de la integración europea y convendría que volviera a serlo. Otra condición sine qua non de este entreacto es el binomio libertad-seguridad –y también el binomio austeridad-crecimiento- porque la Unión Europea necesitará afrontar cara a cara los ataques del terrorismo islamista y las incertidumbres generadas por el caudal inmigratorio. Más trabajo para quienes vayan a escribir el guión de 2017, que de algún modo –como suele decirse- tendrá que ver con los “Seis personajes en busca de autor” de Pirandello. La multiplicación pirandelliana de identidades encaja con el momento de Europa. En semanas, el Parlamento Europeo votará en busca de su nuevo presidente. Por ahora no hay un pacto previo. Tampoco lo hay entre las ruinas de Aleppo, donde la ausencia operativa de Europa ha sido ostentosa mientras que Putin y Erdogan protagonizaban directamente el entreacto, hasta que estalle la siguiente gran batalla siria.