MyTO

El pussy hat

Nada hay más inteligente que responder con una iniciativa ilusionante y rompedora a una indignidad, una falta de respeto, una boutade.

Opinión
  • Periodista, vivió la Transición desde el ruedo, no la barrera, y su escepticismo respecto a la clase política actual –con excepciones- es inconmensurable. Y se le nota.

Nada hay más inteligente que responder con una iniciativa ilusionante y rompedora a una indignidad, una falta de respeto, una boutade.

Las opiniones de Trump sobre las mujeres son todo eso y más. Son indignantes, faltas de respeto,  hirientes, mendaces y propias de alguien que no ve lo que tiene delante de los ojos.  No humillantes, porque un personaje como Trump no humilla a las mujeres por considerarlas personas de segunda clase a utilizar a conveniencia de los hombres, a los que deben obediencia según el particular  y detestable punto de vista del nuevo presidente de Estados Unidos.  Dios guarde a los norteamericanos, y a todos, de las iniciativas que defendía en campaña y que incomprensiblemente  sumaron millones de votos. Dios nos guarde también de  esos votantes. Y de Melania e Ivanka,  que no han pronunciado una palabra de rechazo hacia las opiniones de su marido y padre, encogiéndose de hombros con el socorrido “ha sido mal interpretado”. Las palabras, y los hechos, cantan.

Responder a Trump con un sencillo gorro de lana  de color rosa, ha sido un gesto grande,  imaginativo,  importante por su sencillez. Un gorro tejido a mano que se han colocado  desde grandes estrellas del espectáculo a mujeres de condición humilde e ideas más consecuentes que las de Trump respecto al papel de la mujer en el mundo.

Esa marea rosa le advierte a Trump sobre el rechazo masivo a sus políticas, pero quizá le recuerda algo más doloroso para su ego: una mujer, Hillary, consiguió tres millones más de votos que él, aunque el sistema electoral convirtió en presidente a quien no merecería estar hoy en el Despacho Oval.